Despierta el México bronco

por Horacio Zaldivar



Publicado en 7/13/2022 5:14:00 AM

Duelen la indolencia y la mentira 

Sigifredo Noriega Barceló

A raíz del asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y César Joaquín Mora Salazar, en el templo de Cerocahui, Chih., el alto clero católico llamó a una gran jornada de oración e introspección durante este mes, que el obispo de Zacatecas hizo suya, como una respuesta contundente y colectiva ante la negativa del presidente Andrés Manuel López Obrador de cambiar su fallida estrategia de seguridad, como se lo pidió la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

Sigifredo Noriega Barceló jerarca de la diócesis de Zacatecas en conferencia de prensa pidió públicamente el 26 de junio al presidente López Obrador un cambio en la estrategia de seguridad porque “esto se nos está yendo de las manos: Si no tomamos medidas hoy, Dios quiera que el pueblo no se rebele. Las revoluciones que ha habido han dejado unas huellas muy dolorosas y no queremos ese tipo de revoluciones armadas porque no resuelven, destruyen”.  

“Nos duele cuando vemos sufrir a nuestra gente y no podemos quedarnos con los brazos cruzados, pues duele mucho la indolencia (del gobierno)”, expresa el obispo, al recalcar que, como Iglesia, piden a las autoridades federales y estatales que reconozcan la gravedad de la situación, porque en el discurso gubernamental “se manejan los números (de homicidios) a conveniencia; y no es suficiente, nosotros como Iglesia estamos más cerca de la gente, escuchamos su sufrimiento y eso no cabe en números, no podemos pasarnos toda la vida crucificados, necesitamos buscar un cambio”, publicó el semanario Proceso.

El jerarca católico tiene razón. La gente ya no aguanta la pobreza; el alto costo de los alimentos; la falta de medicamentos e insumos médicos ante un sistema de salud colapsado; la corrupción y pública impunidad de políticos y gobernantes; la obligada migración ante la falta de oportunidades en México, que en muchos casos termina con la muerte de los migrantes a manos de traficantes; el secuestro de adultos y jóvenes a manos de los cárteles y la psicópata violencia que recorre de norte a sur el territorio nacional, que los empuja a una insurrección popular que apunta no solo a un innecesario derramamiento de sangre, sino también a la represión del Estado mexicano.

Las dádivas y la demagogia dejaron de surtir efecto, las promesas y compromisos de campaña también, la realidad ha alcanzado a millones de mexicanos que les obliga a redoblar y triplicar esfuerzos para sobrevivir, mientras otros, los menos, a incorporarse en las fila de la delincuencia, y otros a huir de sus lugares de origen para evitar convertirse en víctimas de los cárteles, que hoy los obligan a reaccionar, a despertar ese México bronco que invernó por algunas décadas. El obispo zacatecano tiene razón, esto ya se salió de la manos, del control del Estado, solo falta esperar las primeras manifestaciones de la insurrección que viene. 

Ya se escuchan pasos en los sótanos de México