Pírrica victoria…

Proceder como Dios que nunca llora; o como Lucifer que nunca reza; o como el robledal, cuya grandeza necesita del agua y no la implora…

Pedro Bonifacio Alma  

Viene a mi mente cuando el Estado ordenó el asesinato del periodista Manuel Buendía Tellezgirón, la grotesca expulsión del maestro Julio Sherer García, y las expulsiones de periodistas incómodos al gobierno de la República, como el caso de Carlos Loret de Mola; por su parte, los autores intelectuales y materiales festejaron su pírrica victoria, como si fuera definitiva.

En todos los casos, los periodistas reprimidos tienen un común denominador: sacaron de la oscuridad las alianzas entre funcionarios y delincuencia, con empresarios; y las hicieron del dominio público, alianzas que en el 100% de los casos conllevan delitos en perjuicio de la eterna sociedad sometida.

El rosario de delitos es extenso: peculado, tráfico de influencias, colusión de funcionarios, malversación de recursos públicos, abusos de autoridad, omisión, ejercicio indebido del servicio público, defraudación fiscal, delincuencia organizada en sus modalidades de lavado de dinero, compra y venta de combustible robado (huachicol), narcotráfico, tráfico de ramas, y trata de blancas, entre otros.

Funcionarios convertidos en empresarios con prestanombres, un día sí y el otro también ordeñan el erario con singular alegría, a través de despachos jurídicos, fiscales, constructoras, comercializadoras de productos y servicios, etc., que han sido la fachada “legal” que encubre su desleal desempeño en contra de la sociedad.

Su modo de vida, ostentosa, cara, contrasta con sus ingresos, dejando en claro que hay un abuso en el ejercicio del cargo público: bastará una profunda investigación por parte de las autoridades hacendaria y de procuración de justicia federal, para echar abajo la que ellos, sí, los delincuentes, presumen con orgullo, una ingeniería financiera perfecta, indetectable, a los ojos del fisco.

Para que se haya obtenido impunidad temporal, se necesitaba de un actor indispensable: los procuradores de justicia, hoy pomposamente llamados fiscales, siempre dispuestos como sumisos caninos a obedecer “instrucciones superiores” para manipular las leyes a pedido de presidentes y gobernadores en turno, en contra de quien o quienes osaron descubrirlos, mejor dicho exhibirlos.

Los aquí mencionados rayan en la ingenuidad, creyendo que si la libraron por sexenios, décadas, seguirán obteniendo impunidad y gozando del producto de sus ilícitos. Cuán equivocados están, nada es para siempre.

Lo mismo pasa con los empresarios que aliados a gobernadores y funcionarios, creen que con el paso del tiempo sus delitos habrán suscrito u olvidados, gracias a las costosas alianzas tejidas con gente del gobierno, en la que ambas partes, corruptores y corruptos siguen (hasta ahora) ostentando la riqueza mal habida, pero sobre todo la impunidad de que hasta ahora gozan.

Los menos, los más confinados, y seguros de continuar impunes, son aquellos empresarios que adquirieron Facturas Operaciones Simuladas (EFOS), para defraudar al fisco, que les permitieron millonarias utilidades libres de impuestos.

Aquellos que de la noche aparecen como importantes empresarios y que utilizaron cientos de millones de pesos para la construcción de fastuosos negocios, siempre confiados en que ninguna autoridad se atreverá a realizar un avalúo que ponga al descubierto que la empresa fue creada para lavar dinero, proveniente del narcotráfico o de las arcas de algún gobierno 

Los que en su momento adquirieron combustible robado, utilizando la trillada justificación de ser amenazados por el crimen organizado, presentando denuncia de hechos para cubrirse, las que en ningún momento fueron investigadas por la autoridad, pero que les permitió cuantiosas utilidades de la venta de cientos de miles de litros de combustible, que no declararon a la Hacienda Pública, defraudando al fisco.

En todos los casos de los antes mencionados, funcionarios y empresarios, confiados en sus complicidades con los gobiernos en turno, y también, en presuntas amistades con elevados funcionarios del Gobierno de la República, creen que cuando sean denunciados ante las autoridades correspondientes y exhibidos por la que llaman prensa crítica (…), de inmediato acudirán a salvarlos, poniendo en juego su status y capital político.

Así cómo los periodistas somos espiados, también lo están los que hoy se jactan de un pírrica victoria, en una batalla que apenas comienza en una guerra con un desenlace inesperado. 

No olviden al poeta Sófocles: “Un Estado donde queden impunes la insolencia y la libertad de hacerlo todo, termina por hundirse en el abismo”

Don't forget, nothing is forever…