La democracia no es más que un poder arbitrario constitucional que ha sustituído a otro poder arbitrario constitucional

Pierre Joseph Proudhon

Desde el arribo de López Obrador a la Presidencia de México, después de tres intentos, elección que arrastró a los más disímbolos personajes a cargos de elección popular y al gabinete, gracias a su tesón y a los treinta millones de sufragios que trajo consigo, convirtió a Morena en la agencia más segura de colocación.

Salvo contadas excepciones, la mayoría de los advenedizos y suspirantes a un cargo de elección popular, estos aspirantes tienen algo en común: buenos para cobrar sin trabajar, o en su defecto, ancestrales vividores de la política.

Este fin de semana fuimos testigos de las más diversas prácticas  porriles que distinguieron a partidos y candidatos que cuando perdían arrebataban. 

Acarreos, violentos provocadores, padrones rasurados, intervención gubernamental, robo y falta de urnas, violencia armada, y todas aquellas triquiñuelas que desalentaron y terminaron con la suspensión de las asambleas distritales. 

Los motivos saltan a la vista. Los eternos vividores del erario, muchos de ellos colocados ahora en curules, escaños y cargos en los tres niveles de gobierno, pretenden fortalecer sus cotos de poder y colocar en el proceso electoral del 2021 al mayor número posible de incondicionales en aras de garantizar millonarios recursos sin necesidad de trabajar.

En entidades federativas cómo Jalisco, la violencia “convencional” fue superada con la utilización de armas de fuego y la evidente participación de la delincuencia organizada, amparada al cobijo del gobierno de Enrique Alfaro.

Con esta violenta disputa por el poder, Morena cederá un importante número de espacios, principalmente en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, y algunos escaños en la de Senadores, que servirán de contrapeso a la aplanadora llamada Morena, dando la oportunidad a una oposición urgida de regresar al poder. 

¿Morena el billete premiado?