Paridad de género o sociedad de porcentajes
Ser mujer es una tarea terriblemente difícil, porque consiste
principalmente en tratar con hombres
Joseph Conrad
Cada día me convenzo más de la hipocresía y estupidez de gobiernos y políticos que en aras de conseguir popularidad, pero sobre todo votos, emprenden la aplicación de porcentajes paritarios de mujeres y hombres en los gabinetes, parlamentos, incluso en empresas, como si ello dignificara el papel de las mujeres.
Lo más grotesco es que también las mujeres buscan una paridad inexistente, un porcentaje en los órganos de gobierno, legislaturas, y ONG´S, que además celebran cuando llegan al 50% de los espacios disponibles con los hombres, cuando en realidad sin el dique misógino prevaleciente superarían y por mucho su participación en todas las ámbitos de la sociedad.
Aún más, como en el caso de David Monreal gobernador de Zacatecas, que en días recientes declaró: Mi determinación de feminizar al campo; 30% del presupuesto lo destinaré a mujeres rurales”. Con este tipo de ocurrencias se pretende reconocer el papel de la mujer en los medios de producción, cuando en realidad durante su campaña demostró su desprecio por la mujer.
En los países de primer mundo, desarrollados, con fuertes raíces culturales, no se busca como fin la mal llamada “paridad de género”, por el contrario las mujeres detonan sus capacidades para destacar en los medios de producción, literatura, ciencia, derechos humanos, deporte, educación, finanzas, seguridad, y por supuesto en política.
Basta mencionar a Acinda Ardern, Primera Ministra de Nueva Zelanda; Angela Merkel, Canciller de Alemania; Damilola Odufuwa y Odunayo Eweniyi, defensoras de los derechos de las mujeres, Nigeria; Kamala Harris, vicepresidenta electa de Estados Unidos; Sarah Gilbert, profesora de vacunología en la Universidad de Oxford y cofundadora de Vaccitech, Reino Unido; Klementyna Suchanow, autora y activista política, Polonia; Maria Ressa, CEO de Rappler, Filipinas y Nemonte Nenquimo, líder de la nación Waorani, Ecuador entre otras.
Hombres y mujeres se equivocan al pretender tratar y reconocer la existencia y participación de la mujer en los espacios públicos y privados asignado porcentajes paritarios. En realidad, la ancestral cultura misógina de los pueblos obliga a las y los feministas alzarse con una inexistente “victoria”, cuando en realidad sólo están simulando en favor de sus particulares intereses.
Los porcentajes no dignifican, solo simulan…
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