Los resabios de un pueblo bueno y sabio

A mi esposa y mi hijas por tanto amor

Querido Sancho compruebo con pesar, como los palacios son ocupados por gañanes y las chozas por sabios. Nunca fui defensor de Reyes, pero peores son aquellos que engañan al pueblo con trucos y mentiras, prometiendo lo que saben que nunca les darán.  Miguel de Cervantes

Desde el Imperio Romano hasta nuestros tiempos, la gente, el “pueblo bueno y sabio” según el evangelio del inquilino de Palacio Nacional, guarda, y acrecenta justificados resabios contra la clase gobernante, que al paso del tiempo ratifica su ambición por el poder a costa de aquellos a los que un día les tendieron la mano, y al siguiente los apuñaló.

Sin importar los partidos políticos a los que pertenezcan, llámese de izquierda, centro y derecha, ninguno ha dado muestras de interés por la gente, por el contrario, han sumado a su línea discursiva más elementos de “preocupación” por el bienestar de la sociedad, que en los hechos siguen siendo letra muerta.

La burda demagogia utilizada por políticos y gobernantes de los tres órdenes de gobierno, convertida en la principal herramienta para convencer a la gente que si votan por ellos les cambiará la vida. Efectivamente, les cambian la vida pero para incrementar su pobreza en grotesco contraste con la riqueza de quienes ejercen el poder público.

El 99.9% de los políticos, no tienen que preocuparse por el pago de servicios domésticos (agua, energía eléctrica, gas, etc), colegiaturas,  negociar con bancos, cajas de ahorro, departamentales y agiotistas, tampoco buscar viviendas cada vez más baratas ante su precaria economía, mucho menos de los servicios médicos y hospitales, etc., el otro 0.1% ya fallecieron.

La gente ha perdido su capacidad de descansar, de dormir, padeciendo largas jornadas de insomnio producto de su cada vez más grave situación económica; también la libertad de tránsito ante la intensa violencia; la salud de la población cada día se deteriora generada por el estrés, insomnio, precaria alimentación, el desempleo y miserables salarios. Convertido en secreto a voces, ese pueblo bueno y sabio alimenta día con día sus resabios, rencores pues, en contra de políticos y gobernantes, y no es para menos, ya que el cinismo y desfachatez de sus gobernantes cada día es más evidente, que les restriega en el rostro su miseria, pero también el error de haber sufragado por ellos.

Mientras padecen las peores condiciones de vida, en contraste, políticos y gobernantes incrementan su riqueza, sus negocios gracias al poder, que cínicamente ostentan a la vista de todos, y no se diga en las redes sociales, siempre esbozando una sonrisa que refleja sus cómodas y relajadas formas de vida, que además parece enviar un implícito mensaje a ese pueblo bueno y sabio: gracias a todos los pendejos que votaron por mí.

La gente ahora no solo arrastra su pobreza, su desgracia, sino también su dignidad, sobajada día tras día por aquellos que un día les prometieron mejorar sus vidas, las de sus familias, su seguridad, sus empleos, su salud, alimentación, etc., para que finalmente sólo los que están en el poder han mejorado cuantitativamente su calidad de vida y de sus familias valiéndoles madre el compromiso, la confianza que un día el pueblo buenos sabio depositó en ellos.

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