AMLO-Ricardo Monreal inútil reyerta ante un país en terapia intensiva

Es absurdo que un pueblo cifre sus esperanzas de redención y ventura en formas de gobierno que desconoce 

Emilia Pardo Bazán 


El pleito entre el presidente López Obrador y el senador Ricardo Monreal refleja la escasa cultura de un pueblo formado bajo gobiernos autoritarios que en ningún momento se ocuparon de formar ciudadanos partícipes en la decisiones gubernamentales, pero sobre todo, constructores de un sistema democrático. 


El presidente López Obrador y Ricardo Monreal aún titular de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, han puesto en el centro del debate, y como prioridad en la agenda nacional la disputa por la candidatura a la Presidencia de la República en el proceso electoral del 2024, reduciendo a temas secundarios la salud pública, la gravísima inseguridad y la economía del país.


Doctos en la materia los grandes medios de comunicación nacionales e internacionales, han secundado las prioridades del presidente y del senador zacatecano, que no del país, y de igual forma han colocado en sus espacios a ocho columnas una disputa que envía al final de la agenda los principales problemas de un país que su gobierno no atina a definir siquiera su presente, no digamos su futuro.


La sucesión adelantada del titular el poder Ejecutivo Federal resultado de un gobierno fallido, obvia una profunda preocupación del presidente por no perder el control transexenal a manos de su incondicional y favorita Claudia Sheinbaum jefa de gobierno de la Ciudad de México, como en su tiempo lo hicieron priístas y panistas garantizar impunidad ante los excesos y pública corrupción de su gobierno.

De igual forma, partidos políticos y dirigentes comienzan a sacar raja del multicitado pelito presidencial por el poder en el 2024, y preparan sus redes para recoger sinnúmero de heridos y damnificados de la batalla para engrosar sus filas, con la misma basura reciclada en más de un partido político por los han transitado hasta llegar a Morena, que finalmente incrementarán la mediocridad en los gobiernos estatales para continuar una historia sin fin. 


La efectos de la disputa nubla, evita la atención a las degradantes condiciones de millones de mexicanos que sucumben ante un sistema de salud colapsado, una pandemia a la alza, miles de homicidios dolosos cada día, y una pobreza que se expande con la rapidez del virus Ómicron, aprovechándose del morbo ciudadano de una gran mayoría de millones de mexicanos ignorantes adictos al escándalo como vital alimento ante sus intrascendentes vidas.


Desgraciadamente este es el México de hoy, el de siempre, en el que los voraces intereses personales de los políticos siguen estando por encima de los graves problemas de un país, que día a día es sepultado por aquellos que siguen viendo los espacios de poder como única forma de vida siempre en su beneficio, y por supuesto a costa del tributo pagado al Estado por permitir a sus ciudadanos trabajar. 


Millones de ciudadanos sometidos por mujeres y hombres en el poder, toman partido en forma apasionada, intensa por alguno de los contendientes, concediendo la razón a su favorito, y denostando al rival, seguramente víctimas del síndrome de Estocolmo que los lleva a lamer la mano de quien los mantienen privados de su dignidad y derechos humanos.


La disputa por el poder no es un apostolado…