Al diablo con el país, primero yo

Resentimiento y demencia peligroso cóctel

López Obrador pasará a la historía, de hecho ya pasó, por su desprecio a la Constitución, sus leyes, las instituciones y por la vida de sus gobernados. Ante la caída libre del gobierno de la Transformación de Cuarta (el orden de los factores no altera el producto), el presidente ordenó a sus corderos en las cámaras de diputados y senadores, aprobar un decreto que le permita legalizar uno más de sus berrinches con hedor electoral al 2024, mandato que obedecieron sin balar, calladitos, sumisos. 

El Pleno del Senado aprobó en lo general y lo particular el dictamen sobre el decreto que interpreta el alcance del concepto de propaganda gubernamental en la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales y en la Ley Federal de Revocación de Mandato, con la finalidad de que se permita a funcionarios públicos promover el proceso de revocación de mandato. Presidente y achichincles ya podrán promover la Revocación de Mandato.

Este ejercicio que bien en otros tiempos, condiciones podría abonar a una  ausente democracia en México, el presidente la convierte en una herramienta de medición de popularidad, de ubicación de adversarios a su gobierno, además dirigir la enésima agresión al Instituto Nacional Electoral (INE), que se ha convertido junto con nosotros los periodistas en sus objetivos prioritarios, para renovar en el 2024 su fracasado proyecto de nación, que todo apunta terminará en una derrota largamente anunciada.

Por sino fuera suficiente, el presidente hace ostentación de su poder con dos hechos significativos: Mantener al fiscal general de la República Alejandro Gertz Manero delincuente consumado, y senil gladiador contra el círculo más cercano al mandatario, y la evidente vendetta en contra del senador Ricardo Monreal, que hizo efectiva en Sandra Cuevas, suspendida de sus funciones de alcaldesa de Cuauhtémoc, como lo hace con Zacatecas, donde su hermano David ostenta el cargo de gobernador.

Así las cosas. Mientras López Obrador se esfuerza cada día por destruir el gran país que un día fue México, así como a instituciones y periodistas críticos a su gobierno, sus fanáticos aplauden a rabiar cada bravuconada, y descalificación a sus adversarios, quizás olvidando convenientemente que en sus casas se agudiza la pobreza; el dinero no alcanza; los alimentos cada día son menos en su mesa; no alcanza para el pasaje de los niños y padres de familia; uno o más de sus familiares han muerto por falta de atención médica, por violencia, por el desprecio por la vida de su amado presidente; mientras tanto, hijos, familia y cómplices del presidente se dan vida de jeques árabes, sin la gran cultura del Medio Oriente.

No se puede ser indiferente ante el abuso del poder…