Los periodistas no somos enemigos del gobierno

Ninguna sociedad democrática puede existir sin una prensa libre, independiente y plural 

Kofi Annan

Cuando los mandatarios anteponen sus intereses a los de la gente que los llevó al poder, y son exhibidos por periodistas, de inmediato los consideran enemigos, y en consecuencia, utilizan todos los medios y poder que poseen para acosarlos, vetarlos, presionarlos sin darse cuenta que los periodistas hacen es señalar los abusos cometidos en contra de los ciudadanos, denunciando sus excesos y “omisiones” en el ejercicio del poder. 

Los mandatarios encapsulados por un grupúsculo de zalameros, lejos de concientizarlos de los errores cometidos publicados por la prensa ajena al poder, atizan la hoguera asegurándole al funcionario que es un extraordinario gobernante y que lo único que buscan medios de comunicación y periodistas es dinero para guardar silencio. Sin embargo, resulta obvio que los desleales consejeros evitan que el mandatario abra los ojos, y se dé cuenta que lo llevan de la mano al cadalso, convenciéndolo que “va en caballo de hacienda”.

A pesar que indicadores, parámetros, encuestas, etc., pero sobre todo la realidad indican que la decisiones del mandatario en el mayor de los casos influenciadas por sus más allegados lo están llevando al fracaso, al despeñadero, y también a sus gobernados, en cada yerro cometido, ipso facto el séquito imperial traza una estrategia para blindarlo, que cifra su “éxito” en culpar a los que se fueron, pero otorgándoles impunidad como parte de la misma. 

De igual forma, en la brillante estrategia de “control de daños”, incluye guardar silencio, sonreír a la cámara, sin importar que una comunidad haya sido masacrada, secuestrado a una o varias menores de edad, asesinado a niños, policías, etc., ocultándole que la gente, los ciudadanos lo quieren linchar por su mitomanía, por el fracaso de sus decisiones, y desfachatez que corroboran su desprecio por los que un día depositaron su confianza y futuro de sus familias en las urnas. 

Si bien el impacto de las notas periodísticas tienen vigencia, la memoria de las víctimas no, y no me refiero únicamente a las de la inseguridad, y la violencia, sino a las del abandono gubernamental, la crisis económica, la pobreza, el desempleo, la corrupción, etc., agravios que se convierten en caldo de cultivo altamente volátil que se nutre de cada agravio desde el poder, y que permanentemente está en búsqueda de una válvula de escape, cuando la encuentra detona y pasa la factura a los responsables, que a últimas fechas se ha traducido en las exequias de políticos, y mandatarios.

Señores gobernantes, si ustedes se percataran, supieran, estuvieran conscientes que las decisiones que tomaron en segundos de motu proprio y a conseja de sus séquitos, que resultaron nocivas para sus gobernados, decisiones que algunas víctimas jamás superarán, y otras llevarán años, quizás décadas en reparar los daños generados a la población, instituciones, economía, salud, etc., entonces entenderían el papel del periodismo con la sociedad, de nuestro cometido de informar, incluso juzgar los actos de gobierno, pero nunca convertirnos en sus publicistas, menos en sus cómplices.

No se equivoquen, los periodistas no somos sus enemigos, estos ya cohabitan con ustedes; nuestras publicaciones y opiniones conllevan el único interés de ser voceros de una sociedad desangrada moral, económica y físicamente, defraudada por ustedes, que a pesar que ante sus ojos tienen la desgracia, la muerte, la miseria, la corrupción, etc., posan sonrientes para las cámaras en aras de mostrar una falsa seguridad, que la gente recibe como una burla y que envía un claro mensaje que les importa madres la gente, el estado y el país.

A título personal los periodistas no somos apóstoles de la democracia, ni émulos de la madre Teresa de Calcuta, mucho menos predicadores, somos hombres y mujeres con familia, imperfectos como seres humanos, que buscamos con nuestro trabajo aportar para que nuestra descendencia y los ciudadanos tengan una vida digna, pero sobre todo, sumar a este gran país que lamentablemente desde tiempos ancestrales ha caído en manos de voraces presidentes, gobernadores y políticos que sólo procuran su bienestar, de sus familias y cómplices.

No se mata la verdad matando periodistas…