El Estado soy yo 

Luis XIV de Francia

El 12 de abril del año en curso publiqué mi columna: AMLO: fallaron los políticos que entre el ejército. En este despacho narro el fracaso de los operadores políticos del presidente para apoyar la consulta para la Revocación de Mandato, que en números reales significó la pérdida de por lo menos 15 millones de sufragios, de ciudadanos que en el 2018 votaron por su proyecto, y que finalmente lo llevaron a la Presidencia de México después de 18 años de campaña. 

Escribí: Qué hacía López Obrador al final del domingo con militares de alto rango encabezados por el general secretario de la Defensa Nacional Luis Cresencio Sandoval González. Para nadie es un secreto que el plan “B” del presidente es el ejército, a ello obedece la entrega de miles de millones de pesos para convertir a la élite militar en prósperos empresarios de la obra pública, ya que en ámbito del tráfico de estupefacientes demostraron que no era lo suyo. Basta recordar la aprehensión en los Estados Unidos del General Salvador Cienfuegos, liberado por un chantaje del gobierno de México vía Marcelo Ebrard.

Esta tesis fue conformada el pasado sábado 7 de mayo del año en curso, durante la visita de López Obrador a la isla de Cuba. El semanario Proceso da cuenta puntual del hecho, que pone de manifiesto la intención de López Obrador de convertir a México en una réplica de la dictadura cubana, que sustenta el poder en los militares, y en espías contra del pueblo cubano denominados “Comités de Defensa de la Revolución”, encargados de delatar a sus vecinos de la calle donde viven si estos llegasen a ejercer la libertad de expresión y/o de reunión, actos penalizados por la dictadura cubana.  

“El proceso de militarización de la vida pública” de México puede nutrirse de la experiencia de Cuba, donde las Fuerzas Armadas Revolucionarias cumplen un papel clave en el manejo de empresas estratégicas para la economía y, a la vez, son garantes de la estabilidad del régimen de la isla, lo cual va en línea con el proyecto político de López Obrador y su concepción del rol que deben jugar el Ejército y la Marina, dicen especialistas en Cuba a propósito de la visita que el presidente de México realiza este fin de semana a La Habana en compañía de los secretarios de la Defensa y de Marina. 

Para la doctora en historia y estudios regionales de la Universidad Veracruzana, la cubana-mexicana Johanna Cilano, López Obrador, que es tan afecto a los actos simbólicos, busca en Cuba fortalecer el discurso con el que ha justificado la progresiva militarización que vive México y la utilización del Ejército para consolidar su proyecto político.

Los fundados temores de López Obrador de perder la elección presidencial en el 2024 lo han mantenido en los últimos meses en un estado de paranoia, irritado, fuera de si, debido a las investigaciones periodísticas de Latinus y Carlos Loret de Mola que exhiben la gran corrupción de sus hijos, familia y cercanos colaboradores. Con razón el temor del presidente que una derrota en el proceso electoral del 2024 lo pondría con un pie en algún penal de alta seguridad del país, junto a su familia y cómplices.

El presidente tiene contemplados dos escenarios, el primero: Terminar de militarizar el país y que sean el ejército, marinos, guardias nacionales y el narco los que intervengan en la elección del 2024 para evitar su inminente derrota. Segundo: Que el Ejercito Mexicano dé un golpe de Estado consensuado con el presidente, que permita una violenta transición de la democracia a la dictadura, para conformar el Buró Político del Partido Morena de México, máxima autoridad a nivel ideológico y político del partido y del Estado Mexicano, en el que López Obrador asuma el papel de “guía moral” de la Cuarta Transformación, y su elegido (a) sea nombrado presidente, en una réplica del modelo cubano. 

El presidente está moralmente derrotado…