Migrantes orgullo de todos, responsabilidad de nadie

Los autores intelectuales de la muerte de los migrantes son aquellos que los expulsan de sus lugares de origen para después presumir las remesas 

Cada día que alguien sale de su casa con rumbo al vecino país del norte, voltea la mirada a la casa de su infancia, donde creció, y fue feliz, dejando atrás padres, cónyuges, hijos, hermanos, y amigos, pero sobre todo la tierra que lo vio nacer; entre silenciosas lágrimas apura el paso consciente que su peligrosa aventura de buscar el “sueño americano” para dar una vida digna a su familia, que en su país los gobernantes en turno le negaron, y que podrá ser el último día que sus ojos verán los motivos de su partida.

La muerte de 50 migrantes latinoamericanos en una caja de trailer en San Antonio, Texas, despierta la indignación en todo el mundo, incluyendo la hipocresía de los gobernantes que hoy se rasgan las vestiduras, cuando en realidad su desinterés por sus gobernados los orilló a mirar hacia el norte en busca de mejores condiciones de vida, sin importar los peligros del camino hacia los Estados Unidos, y de llegar con bien a su destino enfrentarán una cruel xenofobia. Los que odian a los migrantes, principalmente sus connacionales, olvidan que todos los países del mundo son producto de la migración.

Hoy el mundo entero clama justicia para los 50 migrantes dejados a su suerte y que fallecieron por asfixia en una caja de un trailer, cuando cada día mueren decenas, quizás cientos de migrantes a manos de bandas delincuenciales, de corruptas autoridades en ambos lados de la frontera, ahogados en las aguas del Río Bravo,  y deshidratados en el desierto, sin que gobernantes y políticos por lo menos se guarden sus hipócritas condolencias por las muertes de aquellos que un día huyeron de su tierra ante la falta de oportunidades de una vida digan, pero principalmente por el valemadrismo de los gobernantes en turno.

Viudas, huérfanos, abuelos, y padres quedan en el mayor desamparo ante la pérdida de quienes proveían su sustento, pero además del inmenso dolor por la pérdida, comprometidos a vender lo poco que poseen para repatriar sus cuerpos y así poder mirarlos por última vez y darles cristiana sepultura, incrementando por mucho su miseria, ante el silencio, y desinterés de los titulares de los tres órdenes de gobierno y legisladores de sus respectivos distritos electorales, que siguen utilizando a los migrantes solo para la foto.

Sigan aplaudiendo las remesas…