A este país se lo está llevando la chingada
Regalan miedo para vendernos seguridad y la pagamos con la libertad
La prensa de las paredes
Quien esto escribe jamás imaginó ser testigo de la destrucción de este gran país, a pesar de haber sobrevivido a regímenes corruptos y en su momento criminales por más de 60 años; 30 millones de ciudadanos colocaron al frente del país, a quien al paso el tiempo ha dado muestra fehaciente de ser un peligro para México, quien además de evidenciar severos problemas mentales, también poseedor de una extraordinaria mitomanía que supo engañar a quienes votaron por él, a los que se presentó como su mesías, y prometió durante 18 largos años el cielo, la luna y las estrellas, promesas que terminaron en un infierno.
Los últimos acontecimientos violentos en Baja California Norte y Sur, Guanajuato, Jalisco, y Chihuahua entre otros estados, en los que grupos delincuenciales, además de aterrorizar a ciudadanos inermes, los asesinaron, hechos que dan cuenta de una total ausencia del Estado en labores de seguridad, pero también de una obvia complicidad, además de una indiferencia que raya en lo criminal ante la pérdida de vidas y patrimonios de la sociedad. El Estado permitió, solapó actos de terrorismo jamás imaginados en México. Prueba de la complicidad del Estado, es la declaración de Montserrat Caballero alcaldesa de Tijuana que ante los violentos sucesos en su municipio declaró: “Cobren las facturas a quien no les pagó”, en clara alusión a los delincuentes y el cobro de derecho de piso, institucionalizando la extorsión a sus gobernados.
López Obrador en la conferencia mañanera 30 de junio del presente año, con el sarcasmo que le caracteriza declaro: “Lo mejor es lo peor que se va a poner” y soltó una sonora carcajada. El presidente sabía lo que venía. Sus gurús de la nomenklatura lopezobradoristas lo convencieron sin problema, que para hacer la revolución que el pueblo necesita, habrá que llevar al país a la bancarrota, a mayor miseria, a la desaparición de los instituciones, al adoctrinamiento masivo del pueblo, al caos, y a una violencia generalizada que justifique la militarización del país. “Cuanto peor, mejor”, esta frase forma parte del extremismo revolucionario comunista que en sus postulados sostiene la tesis: “mientras empeore la vida de una país, está más cerca la revolución”.
López Obrador sabe que ningún proceso revolucionario tiene posibilidades de éxito ante una nación progresista, saludable, en la que el Estado cumple con su encomienda en favor de la gente, generando oportunidades de inversión para la creación de empleos, salud, educación, economía, etc., es por ello su empeño de empobrecer cada día a millones de mexicanos, llevar a la quiebra a pequeña, medianas y grandes empresas, mediatizar la educación, convirtiéndola en instrumento de adoctrinamiento de un híbrido de corte “socialista-comunista”, pasar por encima de la ley, y hacer que la mayoría de la gente para sobrevivir dependa única y exclusivamente del Estado, como sucede en las dictaduras de Cuba y Venezuela.
Hoy nuestro país sucumbe ante la ocurrencias de un presidente con alto grado de resentimiento social, que ha vaciado las arcas públicas para favorecer a la cúpula lopezobradorista y a un pequeño grupo de empresarios que han hecho su agosto aprovechándose de su ignorancia y sueños bolivarianos. Tiene al país desfondado, que hoy pretende disfrazar de “pobreza franciscana”, mientras los hijos, familiares y cómplices de López Obrador disfrutan de una vida burguesa con cargo al erario. Una nación con un sistema de salud colapsado que deja a su suerte a millones de mexicanos, más de 130 mil muertos por violencia, otros 100 mil desaparecidos, 13 periodistas asesinados y así sucesivamente.
Los primeros responsables del masivo voto en favor de López Obrador, son los partidos políticos PRI, PAN y PRD, los que gracias a la gran corrupción de sus gobiernos en sus tres niveles, aunado a su valemadrismo por la gente, llevaron a esos millones de ciudadanos a buscar una alternativa, una esperanza que les permitiera una vida digna, sin un gobierno corrupto, que durante casi un siglo los ignoró e hizo de la pobreza el mejor negocio, convertido en “apoyos” y programas sociales, en aras de mantener e incrementar el número de pobres en México, deleznable práctica que a la fecha continúa reeditada por los pseudo izquierdosos de los gobiernos de la Cuarta Transformación.
A final de cuentas, esa esperanza terminó en el exterminio de instituciones, fondos públicos, mayor pobreza, mortandad ante la ausencia de un sistema de salud de un gran sector de la población y la entrega del Estado a la delincuencia organizada. Es importante señalar que la mayoría de los integrantes del gobierno de López Obrador y de los grupos parlamentarios de Morena-incluyendo al presidente-en forma “coincidente” pertenecieron a estos partidos políticos, con las mismas deformaciones políticas, mañanas y voraz corrupción, que a los interesados que les permitió pagar un costosísimo boleto-que hoy han recuperado con creces la inversión-para ser tomados en cuenta en el multimillonario negocio llamado Cuarta Transformación.
A esos 30 millones de votantes no los exime la responsabilidad de esta catástrofe que hoy tiene a México convertido en un infierno. Estos también son corresponsables, con sus votos entregaron al país a un corrupto mitómano que tiene a México en llamas, y más de 120 millones de mexicanos en permanente pánico, que día tras día pasan las de Caín ante el hambre, la violencia, y la miseria, que han perdido toda esperanza de una vida digna, de su derecho a la libertad, a la seguridad de sus vida y patrimonios, y que solo esperan que este desgobierno termine, si es posible antes del 2024 mejor.
Lo deleznable (despreciable) de estos seguidores, y cómplices de esta desgracia llamada López Obrador, es su afán de seguir defendiéndolo, apoyando, aplaudiendo, y solapando sus criminales ocurrencias, así como de gobernadores, alcaldes y legisladores de Morena. En su gran mayoría lo hacen por ignorancia, otros a cambio de dádivas que hoy el Estado ha convertido en políticas, y los que están enquistados en el poder, para seguir haciendo negocios a costa del erario y los bienes de la nación, toda vez que carecen de capacidades para enfrentar mercados laborales altamente competitivos, estos últimos hoy convertidos en especialistas para vivir a costa del erario.
Nos gobierna un demente, y una banda de ladrones, pobre país…
* Bibliografía: Pablo Giussani “Cuanto peor, mejor” “Montoneros, la soberbia armada”
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