Populismo para chairos en 3 lecciones

II de III.- Cuba, esa obscura isla que llora en medio del caribe, hace más de seis décadas que ha perdido el rumbo. No se ha hundido porque está varada en sus propias orillas pantanosas, y ni Dios se digna a salvarla porque es imposible conceder milagros a quienes primero deben salvarse de ellos mismos. 

Hoy tristemente podemos afirmar que Fidel cumplió su gran misión de destruir a Cuba, porque supo destruir al cubano, destruir su identidad, su integridad y hasta su cubanía. 

Fidel cambió al cubano por un “hombre nuevo”, menos cubano y digno. Menos responsable, trabajador, honesto y respetuoso. Mas arrogante y tirano que el mismo Fidel Castro. Hizo a un nuevo cubano sin valores y sin amor por sí mismo, induciéndole un ADN maligno, desleal y traicionero. Y es justamente lo que he intentado explicar a lo largo de este primera platica que intenta ayudar a buscar respuestas a tantas preguntas, pero haciendo énfasis en explicar por qué el pueblo de Cuba ha soportado tanta explotación, maltrato y humillaciones. Y hasta se niega a ser libre. 

Y por más que doy vueltas, llego siempre al mismo lugar. Cuba jamás podría ser libre mientras exista un cubano que lleve en sí mismo la influencia del castrismo. Y esto va para los cubanos de adentro y los de afuera de Cuba. Todos somos un producto del Castrismo. Y con ejemplos puedo ilustrarlos y corríjanme si no estoy en lo cierto. 

Empiezo por los de afuera. Criticamos el autoritarismo de Fidel, pero quien no piense como yo, es en automático mi enemigo. 

Queremos libertad para el pueblo cubano, pero desde afuera estamos planeando qué es lo bueno para Cuba; quien la gobernará, cuál debe ser la constitución que debe aplicarse, que régimen socioeconómico debe imperar y olvidamos preguntarle al cubano que está dentro, que es realmente lo que quiere. 

¿En realidad estamos sugiriendo algo o tratando de imponer algo? Y seguimos olvidando que hay que ser muy cuidadosos porque lo que menos necesita Cuba el día de hoy es que suceda lo mismo del 59, donde no hubo cambio alguno y solo se sustituyó a una dictadura por otra.

Cuba está demasiado dañada, como para aguantar otra dictadura, aunque se diga democrática. Ya basta de engaño. Reconozcamos que Fidel murió pero que todavía no lo dejamos ir y lo mantenemos encerrado en esa horrible piedra a la que nunca ha llegado. 

Y no lo dejamos ir, porque Fidel hizo al cubano, como Dios hizo al hombre; A su imagen y semejanza. Y me imagino a esa gran muchedumbre de cubanos exclamando a viva voz: “¡Qué coño está diciendo ese comepinga!”, pero les juro que es la “puritita verdad” ¿Quieren un simple ejemplo? Ahí les va: Fidel no le gustaba trabajar ni nunca trabajó. Se graduó de la Universidad, pero nunca ejerció como abogado. 

En su juventud fue un pandillero, sin respeto por nada ni por nadie. Y llegó al poder simulando una revolución del pueblo y para el pueblo, prometiendo puras mentiras que jamás cumplió y haciendo todo lo contrario con un denominador común en todo lo que hacía: destruir, destruir y destruir. 

Veamos ahora nuestra realidad. 

Qué somos. Pues el resultado de 63 años de dictadura marxista, leninista-estalinista y Fidelista. Somos el engendro de un engendro del mal. Unos mejores que otros, o menos malos que otros, pero somos eso. 

El resultado de una cultura de quítate tú, para ponerme yo. Porque yo soy mejor que tú y porque yo soy el mejor. Solo les falta decir: porque así me lo enseñó Fidel. 

El resultado de un pueblo polarizado y dividido en etiquetas que no solo existen en la mente de un izquierdoso malformado, sino que las inoculan en nuestro genoma. Y es el resultado de un nefasto resentimiento que se transmite de generación en generación con la particularidad, que mientras más te alejas de la raíces cubanas de los años 50’s más marcado es ese resentimiento. Todo lo malo que me pasa es culpa de ese pasado capitalista que es el opio de los pueblos. Y bla, bla, bla,… Nada es mi culpa porque no soy responsable ni de mí mismo. 

Y así han llegado a los Estado Unidos, y a todo el mundo, miles y millones de cubanos. La primera gran migración de los años 60’s, después la migración de los presos políticos que iban siendo liberados por las presiones internacionales, después los marielitos, después los balseros y, por último, el goteo continuo de cubanos que han salido al exilio posterior al famoso y mal llamado periodo especial de los años 90’s. Todos cubanos, pero con una pequeña particularidad: menos valores y “menos buenas” personas son. Con todo respeto. Pero, aunque sea metafórico, es el resultado de un daño antropológico que hemos vivido durante estos últimos 63 años.