Primero los votos, digo los pobres…

La política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria 

Voltaire 

Andrés Manuel López Obrador : “Ayudando a los pobres va uno a la segura, porque ya saben que cuando se necesite en este caso la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos, no así los sectores de clase media, ni con los de arriba, ni con los medios, ni con la intelectualidad; no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”.

Quizás la falta de psicotrópicos o la posible ingesta de fentanilo, generó en el presidente una inusitada franqueza que dio paso a una confesión largamente esperada: no son los pobres, tampoco el país, ni el pueblo bueno y sabio lo que interesa a López Obrador, sino su personal proyecto incubado desde hace más de 3 décadas. El presidente Andrés Manuel López Obrador con esta frase se definió: “Ayudando a los pobres va uno a la segura, porque ya saben que cuando se necesite en este caso la transformación; no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”.

Desde que se tiene memoria, el engaño, la demagogia ha sido utilizada como poderosa herramienta política para manipular a las masas, a un eterno electorado urgido de respuestas, de soluciones a sus problemas, que invariablemente al término de cada elección, además que empeoraron sus condiciones de vida, los políticos ya en el ejercicio del poder, no solo olvidan las promesas y compromisos de campaña, sino además terminan tratando a la gente como basura, o como simples lacayos del monarca. 

El presidente presume su fe en Jesús, mencionándolo constantemente en busca de enviar un mensaje de humanidad apegada al cristianismo. Lo mismo hacen los políticos de Morena-, por cierto pseudocomunistas, en eventos públicos y en sus redes sociales envían bendiciones, se persigan públicamente en señal de fe y valores inculcados; también presumen su peregrinaje a la Meca, al monte de Los Olivos, a la Mezquita Azul, a la Catedral de San Basilio y hasta la Basílica de San Pedro para pedir al Supremo Creador del Universo los “iluminen” para poder gobernar con sabiduría.

En realidad todo esto forma parte de la farsa, del camuflaje de miserables y eternos vividores de las necesidades de millones de mexicanos que subsisten, ahora sí que gracias a Dios. 

Mientras tanto, los familiares, concubinas, concubinos y cómplices, son incluidos en nóminas gubernamentales, recursos a los que el político también les fija una cuota mínima del 50% de lo que mensualmente reciban, aguinaldos, bonos, etc., “para el proyecto”, comportándose exactamente como lo haría un proxeneta de tantos con sus meretrices; solamente falta que les asignen una esquina, un espacio en cualquier avenida para ofrecer sus servicios al mejor postor. 

Estos obscenos personajes reflejan la carencia de una crianza con valores, con principios, por el contrario, obvian el temprano aprendizaje de corrupción, de abusos al que menos tiene, de vivir del gobierno, adquiridos en el seno familiar. 

Estos, en la mayoría de los casos, superan con creces los orígenes de su dinastía, además, inculcan como doctrina a sus cónyuges e hijos el camino del dinero fácil, a los que envían a costosos colegios y universidades, además del estudio de posgrados, no para servir a México, sino para convertirlos en doctos vividores del erario, para mantener pobre al pobre, y si es posible hacerlo más pobre para su beneficio.

Ya se la saben, los aludidos tiene derecho de réplica