López Obrador, la política exterior o la promesa del pescador
En opinión del Dr. Jesús Corona Osornio.- Permítame amable lector acudir a la ironía para hablar de la política exterior del régimen obradorista. El presidente mexicano, se niega a entregar la presidencia de la Alianza del Pacífico a Perú, porque considera a Dina Boluarte, presidenta espuria, y por ese motivo no entregará la presidencia a esa Nación. Por tanto, ordenó al secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, que consulte con los países que integran El Grupo de Río, si consideran que la presidenta del Perú se haga cargo de la Alianza.
Lamentable espectáculo del presidente mexicano, violenta la vida interna de un país que ha tomado la decisión de encarcelar a un presidente que según sus leyes cometió delitos de corrupción y al que se le investiga por la presunción de otro tipo de delitos. Asuntos que solo competen a la soberanía de dicha nación y para lo cual el gobierno mexicano no debiera intervenir, pero es aquí en donde el señor López no sabe distinguir.
El ciudadano presidente, se confunde entre ser el jefe del Estado mexicano, el jefe del ejecutivo y el líder de un partido. Seguramente a López Obrador no le haría gracia que algún mandatario de otra Nación dijese que la dictadura en México se ha impuesto, ni siquiera los regímenes sangrientos y criminales de Cuba, Nicaragua y Venezuela se han atrevido a externar comentario alguno.
La pregunta que debiéramos hacernos todos, sería ¿Dónde están los senadores de oposición? Los partidos que en nuestro país se dicen opositores, Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN), y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), han sido incapaces de plantar cara al presidente y decirle que no es correcta su injerencia en los asuntos de otras naciones.
Las y los empleados del presidente López Obrador disfrazados de senadores, no cuentan porque son incapaces de entender que aún perteneciendo al mismo partido de su amado líder, el Senado es uno de los poderes de este país, es decir el Poder Legislativo.
La sociedad mexicana se organiza, utiliza las redes sociales para informarse, agruparse y tomar acciones ante el silencio de los partidos.
Existe una orfandad social cada vez que el ciudadano de palacio tiene una ocurrencia o se confunde en sus funciones, o simplemente quiere fanfarronear con su cacareada honorabilidad, que le da según él, hasta para adjetivar a presidentes de otros países, como en el caso de la Presidente Boluarte del Perú.
El mandatario de México se excede, abusa; una cosa es el interior de su nación y otra cosa agredir a otra, cuya soberanía pisotea con sus vulgares expresiones. López Obrador insiste en una honorabilidad que esta en duda desde hace muchos años, una honestidad que muchos dentro y fuera ponen en duda, la corrupción en su gobierno, con sus propios empleados está a tope, y cada día se incrementa. Con una inseguridad galopante sin que haya nada que la contenga, Obrador se expone al escarnio internacional; no, ¡No! nos engañemos, López no es ningún santo de la política.
Ya es hora de que al presidente le comencemos a poner límites, de forzar a los partidos a que le planten cara y lo obliguen a respetar a los demás países.
Los actores de la política en México ya no son los partidos, es la ciudadanía, es la sociedad; el Domingo 26 de Febrero es nuestra última oportunidad, o salvamos nuestra democracia y con ella nuestras libertades o nos hundiremos en las miasmas podridas de Morena, y ese estercolero llamado 4T. Defendamos el presente o ya no habrá futuro, es por todos.
Hasta la próxima
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