El terror de los abrazos
A la madre de Emilia y a las madres víctimas de los abrazos
Me aterra el incapaz, el imbécil que se las da de saber todo y no sabe nada. Porque por desgracia ese loco tan frecuente, proyecta su locura a la vida de los demás
Alfonso Paso
“Yo la llevaba a la escuela en la camioneta y unos tipos me cerraron el paso, uno con su pistola estrelló el vidrio del lado del copiloto, abrió las puertas y se llevaron a mi hija”.
El pasado 5 de septiembre, tres secuestradores arrebataron a Emilia Núñez Valencia tenía 14 años de edad de las manos de su mamá, en Apatzingán, Michoacán. Eran las casi las 07:00 de la mañana cuando María del Carmen Valencia Álvarez fue interceptada por sujetos armados, sobre la calle Libertad, de la colonia Ferrocarril para secuestrar a su niña.
Cuenta que cuando los sujetos empezaron a romper el cristal de su vehículo, su hija, aterrada, la abrazaba y gritaba ¡NO! a los criminales. Hoy se sabe que sus restos fueron encontrados hace días en un paraje cercano a la cabecera municipal de Apatzingán, Mich.
El terror, el infierno que vive la madre de Emilia y el que sufrió su hija es inimaginable, no hay palabras siquiera aproximarse a narrar estos deleznables sucesos cometidos por hijos de puta al amparo de otros tantos del Gobierno de México y en este caso del Gobierno de Michoacán.
En qué momento dejamos de ser un país en el que podíamos llevar a nuestras hijas a la escuela sin el temor que en cualquier momento llegaran unos psicópatas y se las llevaran, para después de haberlas sometido al peor de los infiernos, asesinarlas.
Dónde estábamos que no nos dimos cuenta del peligro que representaba para nuestras familias Andrés Manuel López Obrador. En qué estábamos pensando cuando permitimos la llegada de este enfermo mental a la Presidencia de México.
No se puede entender la estupidez de aquellos que aún abrazan a sus verdugos, que en muchos de los casos el destino los ha llevado a vivir en carne propia el terror de los abrazos, y es hasta ese momento cuando claman justicia y miran al cielo preguntando al Supremo Creador “porqué a mí”, cuando con su voto y apoyo ha a López Obrador han llevado a miles de familias al infierno, y ahora a la suya.
A pesar de haber vivido muchos, quizás demasiados años, el que esto escribe sigue sin entender, sin aceptar la crueldad de aquellos que al amparo de la impunidad otorgada han abusado y asesinado a infinidad de niñas, de mujeres, como tampoco acepta a esos gobernantes que ante la tragedia no dejan de sonreír y reír a carcajadas haciendo ostentación de su indolencia, seguramente inculcada desde su niñez.
El viejo corazón del autor de este despacho parece detenerse en cada noticia como el secuestro de Emi, sin embargo, se aferra a seguir latiendo ante la imperiosa necesidad de continuar denunciando a estos criminales y funcionarios que han causado un profundo dolor a miles de familias, a las que les destrozaron la vida, y que sobreviven siempre recordando a sus niñas que un día les fueron arrebatadas de sus manos y asesinadas, gracias a la impunidad que López Obrador otorgó a los criminales.
De igual forma, cada noche después de pedir por el bienestar de su familia, amigos y enemigos, con toda su fe pide, suplica, ruega al Supremo Creador del Universo conduzca a los gobernantes cómplices y a los autores materiales de estos demenciales asesinatos, al mismo infierno de esas madres que hoy no terminan de llorar a sus niñas.
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