Lo maravilloso de la guerra es que cada jefe de asesinos hace bendecir sus banderas e invocar solemnemente a Dios antes de lanzarse a exterminar a su prójimo 

Voltaire

Adán Augusto López secretario de Gobernación, una de las tres “corcholatas” a suceder a López Obrador en la Presidencia, entendió que para participar y ganar la candidatura al 2024, no debería sustentar su estrategia a convertirse en merolico del presidente y repetir sus dichos, sino demostrarle a su paisano y patrón que no sólo sería un sucesor leal y confiable, sino también un eficiente sicario al más puro estilo de la Cosa Nostra siciliana.

Adán Agusto López ni tardo ni perezoso comenzó por someter a Ignacio Mier y Ricardo Monreal, coordinadores de los grupos parlamentario de Morena en la Cámara de Diputados y Senado de la República, convirtiéndolos en dóciles y serviles empleados. 

En esta acción López Hernández mató “dos pájaros de un solo tiro”, además de someter a sus órdenes a Ricardo Monreal, lo eliminó de la contienda presidencial, reduciéndolo a simple taparrosca sin posibilidades de alcanzar la candidatura presidencial, quizás una diputación federal.

También se entrevistó con los 32 gobernadores, excepto con Claudia Sheinbaum, otra de las corcholatas y presunta favorita del presidente y Beatriz Gutiérrez Müller, y sin excepción, les leyó la cartilla de cómo deberían actuar en su relación con el presidente López Obrador, así como el obligado respaldo al partido del macuspano a los emanados de Morena, a los restantes de la oposición sólo advertencias.

A diferencia de Olga Sánchez Cordero que pasó de noche por la Secretaría de Gobernación, Adán Agusto López ordenó a sus más cercanos colaboradores, lo dotaran de toda la información recabada por las agencia de inteligencia de la secretaría Centro de Inteligencia Nacional (CIN), así como de los archivos confidenciales de cada uno de los actores políticos vigentes, de casa y no.

Dotado de esta valiosa información, se dedicó a amenazar entre líneas y abiertamente los que no hicieron como que no entendieron, advirtiéndoles que “les sabía su corrido”, principalmente sus fechorías y abusos a su paso por las instituciones del Estado mexicano, principalmente del enriquecimiento multimillonario acumulado gracias al saqueo de las arcas públicas, tráfico de influencias, protección incluso su participación con el narco.

Ensoberbecido y sobrado el secretario de Gobernación olvidó un pequeño detalle, que Norma Piña ministra presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a diferencia de un sumiso Arturo Zaldivar, en dos ocasiones lo ha mandado de regreso con caras destempladas al Palacio de Cobían antes su intentos de amedrentamiento para satisfacer las violaciones sistemáticas de usar por encima de la Constitución, por lo que seguirá asustando a muchos, menos a millones de mexicanos curados de espanto.

México país de sicarios