Siempre son los demás los que se mueren 

Marcel Duchamp

El país después de haber sufrido un tercer infarto agudo al miocardio, cayó en paro, por lo que fue necesario aplicar la técnica de reanimación (RCP), e internarlo de urgencia en el área de terapia intensiva, como resultado de las malas prácticas del médico tratante residente en Palacio Nacional que estuvieron a punto de causarle la muerte.

López Obrador en su papel de médico tratante del país, a pesar de contar con un diagnóstico real del paciente después de haberlo estudiado más de tres décadas, al asumir la jefatura de del Estado salió a relucir su mediocre desempeño a su paso por la Universidad Nacional Autónoma de México, y también su voraz corrupción, que lo ha llevado a vivir con su familia y cómplices como virreyes.

Al país le quitó sus garantías financieras para enfrentar el pago de cualquier tipo de padecimientos; se negó a comprar suficientes medicamentos para su atención alegando corrupción; provocó la muerte de miles de células nuevas por falta de quimios para combatir el cáncer; dilapidó las fortalezas del país en suntuosos remedios; convirtió en sumisos súbditos a los que legislarían en favor de la salud del paciente, y a 22 médicos estatales.

A pesar que el país cuenta con millones de anticuerpos, estos se niegan a cumplir su cometido para defenderlo de los virus malignos, por el contrario, se han unido a los males causantes de las cardiopatías del país, que al paso del tiempo han llevado al límite su estado de salud.  

A este diagnóstico habrá que sumar la metástasis que invade al país, que el médico tratante alimenta con miles de millones de nutrientes, desviados de las escasas fortalezas económicas del país, a igual número de células cancerosas convirtiéndolas en activas cómplices de la muerte asistida que hace casi cinco años López Obrador induce al país. 

Aún más, a pesar que el máximo Tribunal de Arbitraje Médico del país rechaza los pésimos tratamientos, y ordena su improcedencia, el médico tratante financia agresiones en contra de la presidente y el órgano colegiado del tribunal-con tres denigrantes excepciones-con la clara intención de eliminar este último obstáculo que le impide continuar con el asesinato del país.

A pesar que la mayoría de los anticuerpos del sistema inmunológico del país luchan por cumplir su cometido, ha faltado un liderazgo alejado de los intereses de la corrupta industria ideológica, un liderazgo que sea capaz de catalizar los sistemas de defensa, cohesionarlos y en unidad combatir los virus identificados bajo el microscopio por su apariencia guinda con fétidos aromas que lo tienen al borde la muerte.

Dios salve a México