México el país del nunca jamás

Nadie puede aterrorizar a toda una nación, a menos que todos nosotros seamos sus cómplices 

Edward R. Murrow

Hasta la llegada del López Obrador a la Presidencia, México fue un país de contrastes, que por sus venas corrió la corrupción del PRI, después la del PAN; con un crecimiento estándar correspondiente a un país de tercer mundo; un campo subsidiado pero productivo; una balanza favorable en exportaciones; economía estable; con un sistema educativo aceptable; una justicia “a secas” y sin el terror que hoy pulula por las calles las 24 horas los 365 días del año.

No se tiene registro en la historia de México, de una declaración del Presidente en turno que otorgara carta blanca a los delincuentes, impunidad pues, mucho menos que interviniera ante otra nación para liberar a un militar de alto rango y exsecretario de la Sedena acusado de narcotráfico, como tampoco que públicamente saliera en defensa de un cártel (Sinaloa), acusado de participar en el asesinato del candidato a la Presidencia de Ecuador. 

El México de antes navegaba en un liberalismo, aderezado con pasajes de conservadurismo proveniente del catolicismo ortodoxo de sus miembros incrustados en el gabinete; la dádiva gubernamental se incrementaba ante la llegada de elecciones, con la participación de los llamados “mapaches”, pero sin el terror de los sicarios, mientras las fuerzas políticas guardaban equilibro representadas en el Congreso de la Unión, aportando a la gobernabilidad a la Nación. 

Ningún presidente había insultado tanto como López Obrador, convertido en el gandalla de la escuela, que con alevosía y ventaja insulta y agrade a los que no lo siguen; ningún mandatario había “desaparecido” como por arte de magia más de 3.2 billones de pesos en fondos y fideicomisos que dieron estabilidad al país, como tampoco, el desabasto intencional de medicamentos acusando a los familiares de las víctimas fatales de un montaje de los conservadores, después de cientos de miles de muertes.

Desde el siglo XX no se había visto un mandatario que destruyera todo lo construido por sus antecesores, como tampoco, una pública opacidad que ha dado paso a una intensa jornada de corrupción, en la que, desde la que Presidente convirtió $200 pesos en su cartera en miles de millones de pesos-incluyendo a su familia-hasta el más modesto colaborador se han hartado de recursos públicos, a tal grado, que ahora son promiscuos empresarios hasta con 5 o más concubinas o concubinos ¡Faltaba más!

Atrás que quedó ese gran país, que en su momento fue conocido como el “cuerno de la abundancia”, donde la gente salía a trabajar sin el temor de ser asesinado o secuestrado; cuando las y los jóvenes asistían a departir a fiestas sin el mismo temor; los niños salían a jugar a la calle sin preocupación alguna; los transportistas y turistas transitaban por las carreteras y caminos sin la incertidumbre si serán asaltados, asesinados o secuestrados, muchos menos desmembrados y conservados en congeladores.

México el país del nuca jamás. Al término del trágico sexenio de López Obrador más de 200 mil familiares de los asesinados reclamarán justicia ante los criminales abrazos presidenciales a los delincuentes; los 100 mil “desaparecidos” clamarán por ser localizarlos; los miles de desplazados terminarán hacinados con sus familiares; el tejido social habrá terminado de necrosar con el virus del narcotráfico, y con ello habrá muerto la esperanza de tener un país con libertad y justicia.

Había una vez un gran país