PRI el gran ganador

Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro 

Georges Clemenceau

Tan falsos son los reclamos del priismo al gobierno de López Obrador, como las promesas David Monreal gobernador de Zacatecas, así de ese tamaño. El gran artífice del arribo a Palacio Nacional del macuspano es nada menos que Carlos Salinas de Gortari. Sí estimado lector, leyó usted bien, el brillante expresidente tramó la caída y regreso del PRI en la persona de Andrés Manuel.

Los gobiernos emanados del PRI que gobernaron casi ochenta años, en las últimas décadas se distinguieron por una voraz y pública corrupción. Al arribo a la Presidencia de la República Salinas de Gortari tenía un exacto diagnóstico de la irritación popular en contra de su partido, por lo que puso en marcha su exitoso programa Solidaridad, que le permitió atender personalmente miles demandas a los largo y ancho del país, y despresurizar el escenario antipriísta. 

Salinas planeó la caída del PRI en el gobierno de Ernesto Zedillo y acordó con Acción Nacional una “alternancia” con Vicente Fox y después con Felipe Calderón. Durante esos doce años disminuyeron los resabios contra el PRI y los redireccionó en contra de Acción Nacional. El PAN pierde la elección presidencial y arriba Peña Nieto, y ahí fue dónde la puerca torció el rabo. 

Salinas lo impuso como candidato por dos razones: Era visceral y corrupto. Efectivamente su gobierno de claroscuros, de arriba a bajo, del escándalo a la corrupción y por supuesto Salinas tenía todo esto calculado y operó la llegada de su viejo conocido Andrés Manuel López Obrador, un personaje capaz de engañar no sólo a su madre, sino a millones de mexicanos “hartos del PRI”. 

Peña Nieto entregó la Presidencia a López Obrador y con él regresaron viejos y corruptos priístas, la mayoría de su gabinete lo fueron (lo son), todos controlados y al servicio de Salinas de Gortari. La corrupción obradorista reventó al gobierno, los negocios con la “mafia del poder” crecieron a su máxima expresión, el país se convulsionó y la gente  demanda un golpe de timón, que el expresidente opera para el relevo de López Obrador. 

Si habla como priísta, roba como priísta y miente como priísta, es un priísta, así es el PRIMOR.

Regresó el PRI y volvió con López Obrador