La presidencia sin control, sin guía, sin nada…

En opinión del Dr. Jesús Corona Osornio.- El Presidente López Obrador, sigue viviendo sus fantasías como si fueran a hacerse realidad, y le gana el hambre de reconocimiento. Es sabido que el señor del palacio tiene en la mente desde que llegó a la presidencia, ser aclamado como un pacifista y mediador en conflictos.

Hasta hoy ninguna nación ha llamado o convocado para tales propósitos al Gobierno de México y nuestro jefe del Ejecutivo, solo ha hecho el ridículo, lamentablemente. En el conflicto ruso-ucraniano, sus comentarios fueron a favor de Rusia, el país invasor, dejando con un palmo de narices a Ucrania.

Ahora tras el ataque del grupo terrorista Hamás, según su entendimiento, está a favor de la paz entre palestinos y judíos, una tibia postura, que molestó al gobierno de Israel. El primer mandatario mexicano, habla a nombre de todo un pueblo, en el que están incluidos una diminuta comunidad palestina, y una basta comunidad judía.

Es bueno que el gobierno mexicano desee la paz en el mundo entero, pero sería mejor que condenara los abusos y el terrorismo. Asumir una postura de compromiso y solidaridad con los agredidos y no apostarse junto a los agresores, la política de no intervención, la ha hecho pedazos.

El señor Presidente, mantiene una política exterior errática, dramática hasta rayar en la ignorancia y la confusión entre realidad y sus aspiraciones. El ciudadano que funge como presidente, tiene derecho a lo que el considere sus aspiraciones, pero, no tiene derecho a imponer su sesgada visión del mundo al pueblo mexicano.

Andrés Manuel López Obrador pretende aniquilar al Poder Judicial de la Federación para hacer lo que hoy mantiene a las fracciones de Morena en la Cámara de Diputados y en el Senado, como lacayos a su servicio. La docilidad de senadores y diputados del partido del presidente es extrema, es lacayuna y denigra el quehacer legislativo hasta la ignominia en esa mayoría impensante.

El Acento ha señalado en diversas columnas que la política en nuestro país se ha vulgarizado, se ha vuelto un asunto de trivialidades, desde que existen “las mañaneras”. El ciudadano jefe del ejecutivo y sus serviles funcionarios y legisladores, no han hecho otra cosa, que banalizarlo todo, restarle importancia a los problemas, a descalificar a las oposiciones.

Pensar que al presidente le importa el pueblo al que invoca a la menor provocación, es no ver la triste realidad, México se ha tornado en caricatura y burla al exterior. López Obrador pensó que regalar dinero a países de América sería suficiente para que lo alzarán como el líder, el guía, el prócer que el mundo ansiaba.

Soñó con ser el faro de luz, el gran pensador cuyas ideas se implantarían cual columnas en nuestro continente, lejos claro de los EEUU y Canadá. Hoy México dejo de ser el país neutral, cuya doctrina de condena a las guerras, cuyos posicionamientos bien definidos, se han convertido tal cual la política interna, de: ”los abrazos, no balazos”, en un fracaso estrepitoso, hemos conseguido la burla internacional.

Al final de su mandato cada vez se hace evidente que el ciudadano que secuestró el Palacio Nacional y el Zócalo de la CDMX, sólo para él, esta fuera de control. La presidencia de nuestra Nación, es una caricatura, entre el totalitarismo, el autoritarismo, lo errático. 

Una presidencia de comicidad involuntaria y una presidencia de cada vez más yerros en lo interior, gobernando (por así decirlo) de la mano con el Ejercito y la Marina, desconfiando de todos, y sin saber que hacer, mientras el narco y el crimen organizado avanzan sin freno alguno. 

Hasta la próxima