Benditas campañas

“La primera vez que me engañes, será culpa tuya; la segunda vez, la culpa será mía ”

Proverbio árabe 

En México, cada tres, cada seis años regresan las campañas electorales, y con ellas el dispendio de recursos, la mentira, la eterna manipulación a los sectores sociales, principalmente de los más vulnerables, en busca de obtener o seguir usufructuando ese poder que les permita seguir viviendo como empresarios exitosos o acaudalados herederos, con la salvedad que lo seguirán haciendo sin trabajar, será a costa del erario y tráfico de influencias.

Durante las campañas electorales como en ninguna otra época, la derrama económica es “histórica” dirían los publicistas del Gobierno de Zacatecas. La gente, el pueblo bueno y sabio recibe despensas, tinacos, cobertores y prendas de vestir con los colores y el logotipo del partido, que los más pobres terminan utilizando como atuendo diario hasta que termine su vida útil, por lo que esperan con ansiedad la nueva campaña para recibir las dádivas de los candidatos. 

Durante estos “democráticos” ejercicios, interminables caudales de mentiras, de engaños salen de la boca de los eternos vividores del erario. Hombres y mujeres mienten por igual, llegando a dramatizar sus arengas como si en realidad les interesara la vida y derechos de los ciudadanos. Lo patético de las campañas, es que en la mayoría de los casos las mismas mentiras se vuelven a repetir, la gente las sigue creyendo y vuelven a entregarles su voto.

En esta cuarta transformación como diría el Presidente López Obrador, se ha institucionalizado la participación del narco, que a sus anchas ordena, impone, autoriza candidaturas, como también finanza abiertamente sus campañas, y en muchos casos para asegurar el triunfo secuestran y amenazan dirigentes partidistas, operador políticos, a los que dejan en claro que sus familias serán la garantía de su silencio, y de los sicarios el precio de faltar a la omertá. 

Para los más pobres, las campañas electorales resultan una fugaz bendición, recibiendo algo más que promesas; para comerciantes, y proveedores de servicios, las campañas electorales llegan como oxígeno puro a las deprimidas finanzas de sus negocios, para los candidatos corruptos, la oportunidad de lavar millones de pesos, y para otros, hacer público su desprecio por la mujer, producto de la ausencia de una buena cuna, de una buena crianza. 

¿Benditas campañas?