Gobiernen para todos, porque todos pagamos impuestos
“El gobierno no se ha hecho para la comodidad y el placer de los que gobiernan
”
Conde de Mirabeau
Por Carlos Pavón Campos.- Bien dicen que hay “quien se sube a un tabique y se marea”, pero hay otros que hasta se caen y nunca se levantan. Y eso, por lo regular, pasa con los políticos que, una vez llegando al puesto, se sienten intocables, intachables y, por supuesto, omnipotentes.
A estos excandidatos y hoy funcionarios en activo, hay que recordarles que, cuando se gana una elección, no se gana el poder sobre sus simpatizantes. Se gana la responsabilidad de gobernar para todas y todos los ciudadanos, incluyendo a quienes votaron en su contra, a quienes no votaron y hasta a quienes les son indiferentes.
Sin embargo, algo les pasa, que en lugar de representarnos a todos, se dedican a privilegiar sólo a sus amigos, a su partido o a los llamados “leales”. ¿Y el resto? Ignorados, castigados y silenciados… en el mejor de los casos.
Por si fuera poco, hay muchos gobernadores que se sienten virreyes en sus territorios y se olvidan de que los presidentes municipales también fueron electos por el pueblo. No son sus empleados, tampoco están obligados a ceder a sus caprichos o exigencias. Y también les debe quedar claro que nadie, ni los gobernadores están por encima de la legislación municipal.
¿Qué estamos viviendo? Que si un presidente municipal no es del partido del gobernador, se le niega el apoyo y se le pone el pie. Incluso, la fiebre de poder es tal que, sin vergüenza, pasan por encima de la legislación local. De eso se está tratando la política mexicana, pero la realidad que pocos ven es que somos los ciudadanos los que salimos perdiendo.
Vivimos entre la lucha de poderes y la falta de ética para gobernar. Para rematar, nuestro voto es desechado por el político que intenta imponerse sobre la voluntad del pueblo.
Ya estamos cansados de ver siempre el mismo patrón: ganar para mandar, no para servir. Gobernar no es para lucirse, es para resolver. No se puede gobernar como si se estuviera en campaña eterna, premiando a los “propios” y castigando a los “otros”.
Por otra parte, por cierto medular, a los gobernantes también se les olvida que cuando se trata del cobro de impuestos a los ciudadanos, no nos preguntan por quién votamos o por cuál partido tenemos simpatía. Nada de eso. Todos pasamos por la charola de la Secretaría de Hacienda. Nadie está exento por sus preferencias políticas. Todos aportamos, así que seamos parejos, y no se hagan que “la Virgen les habla”. Cuando reciban nuestros impuestos, acuérdense de que son de todos los mexicanos, y no solo de los simpatizantes.
El ejemplo es claro: la presidenta —la primera en México— debe gobernar para todos, no solo para los afiliados, simpatizantes o amigos de Morena. Gobierna para los más de 133 millones de mexicanos que somos. Debe responder a todos, sin excepción. Y esa misma situación debe replicarse en los gobiernos estatales y municipales. Parte de su trabajo es unificar esfuerzos para dar mejores resultados, y no ejercer una supremacía sin sentido.
Señoras y señores del poder: no se olviden de que llegaron ahí por la voluntad del pueblo. Y ese pueblo no es de un solo color. México es mucho más grande que un partido político. Gobiernen como se debe… o den un paso al lado.
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