El secreto de Bucareli

“No hay secreto que el tiempo no revele ”

Jean-Baptiste Racine

Por Ramón Alberto Garza.- I de II partes.- Como misteriosa, por decir lo menos, fue calificada la “visita” que la presidenta Claudia Sheinbaum hizo el pasado lunes 12 de mayo a la Secretaría de Gobernación, allá en Bucareli, en los dominios de la secretaria Rosa Icela Rodríguez. 

Cuál fue el origen real de esa salida de la inquilina de Palacio Nacional para trasladarse al Palacio de Cobián a una supuesta reunión de la que nunca se dieron las explicaciones suficientes para justificar el traslado de la mandataria, que tiene una agenda diaria tan complicada como apretada? 

Nadie recuerda una visita así en sexenios recientes. Sobre todo, porque en el lenguaje político cifrado, la visita de un presidente a un despacho con cartera sería interpretado como un espaldarazo del mandatario a las aspiraciones del secretario visitado. ¿Será que ya le dio ese espaldarazo a la secretaria Rosa Icela Rodríguez? 

Quizás, por ello, comienzan a tomar forma las presuntas filtraciones de custodios, guardias y testigos silenciosos de aquella mañana y en las que aflora el motivo que dio pie a aquella visita: un encuentro privado, secreto, entre la presidenta Claudia Sheinbaum y su antecesor Andrés Manuel López Obrador. 

Aquellos que especulan sobre esa presunta visita tan sui generis -incluyendo algunas instancias de inteligencia- advierten que el encuentro habría tenido lugar en una camioneta con cristales polarizados, estacionada en el sótano de la Secretaría de Gobernación. 

La intención del presunto encuentro secreto habría sido que la mandataria y su antecesor se vieran cara a cara para reducir las crecientes tensiones que entre ellos se vienen dando dentro del nuevo gobierno y que algunas contrastan 180 grados con las políticas implementadas en su momento por el ex presidente López Obrador. 

El finiquito del “Abrazos, No Balazos”; los decomisos monumentales de un fentanilo que el antecesor decía que en México no se fabricaba; el huachicol fiscal que en seis años nunca vio, pero que sirvió para enriquecer a un puñado de personajes del círculo íntimo lopezobradorista y empoderar a su partido, Morena; además de evaluar los conflictos crecientes entre los mandos militares y los de la seguridad civil. 

Pero, en el epicentro de aquel presunto encuentro entre cristales polarizados, el debate más álgido entre antecesor y sucesora se habría dado en torno a las políticas a implementar frente a las crecientes amenazas del gobierno de Donald Trump, que vincula a personajes cercanos al gobierno mexicano con los cárteles de la droga, hoy etiquetados desde Washington como grupos  terroristas. 

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