México insepulto

“Los que dejan al rey errar a sabiendas, merecen pena como traidores ”

Alfonso X el Sabio

Después de de la última década, los restos de un gran país México, permanecen al pie de una gran fosa común, su cadáver devorado por diversas especies de carroñeros disputándose huesos y entrañas, bajo la mirada de la matancera con “A”, impuesta desde el sureste. Siete años de desangrar este gran país, de devorar sus entrañas, olvidando la calidez con que la un día la Patria los cobijó.

Se ensañaron con México aquellos que aseguraron velar por su bien, que juraron ante el altar de la Patria lealtad, honestidad y respeto a las leyes, para que las últimas generaciones disfrazadas de transformadoras, devoraron con avidez sus entrañas como hambrientos indigentes, acompañando el festín con ríos de sangre y muerte que convirtieron en el sello de la casa.

Llevaron al país a la muerte, lo dejaron sin medicamentos, insumos, médicos, personal sanitario para asegurarse de su muerte; falsas plegarias salen de sus bocas rogando al Supremo Creador del Universo no se lleve los restos que aun devoran los carroñeros como ritual, que cuando vieron por primera vez la luz, fue bajo el evangelio del resentimiento social, la envidia y pobreza mental.

Con el hocico aún escurriendo sangre y el fétido olor a muerte, se escudan en la “maldita herencia” (familiar) que los orilló a robar, saquear, a ordenar ejecuciones de conciudadanos, envenenar a propios y extraños a cambio de un riqueza que ostentan y presumen al rededor del mundo entre dentelladas, disputándose los restos con carroñeros de otros lares pero de la misma calaña.

A su alrededor, sus descendencias esperan turno para el sangriento festín, aprendiendo de sus mayores la traición, deslealtad e ingratitud, aderezada con una obscena promiscuidad ideológica; en contraste con miles de niños que son asesinados por los sicarios de los carroñeros, ante la fría mirada la matancera.

En la matanza también participaron dueños de grandes fortunas de ascendencia del Medio Oriente, los que aprovechando la inestabilidad mental, emocional del matancero titular, pero sobre todo su desmedida ambición, obtuvieron un lugar privilegiado para devorar los órganos vitales del país hasta que se terminen. 

Por su parte, los hijos del matancero se sumaron a la carroña, intoxicados de sueños de opio en un burdo intento de imitar la vida de lujos de los barones de las grandes finanzas, se dedicaron a conocer mundo aún escurriendo la sangre y entrañas de lo que fue un gran país.

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