Morena la farsa de la austeridad

“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo ”

Abraham Lincoln

Por Carlos Pavón Campos ¿Se acuerdan cuando el régimen obradorista decía que un par de zapatos eran suficientes no solo para vivir, sino para ser felices y estar acorde a la austeridad republicana? Y ¿cuando se castigaba con el látigo del desprecio del de Macuspana el siquiera aspirar a vivir mejor?

Pues sí, eso exigía el expresidente Obrador a las familias mexicanas: vivir con lo básico, con lo elemental, prácticamente con lo justo. Tener algo más era un exceso. Sin duda, una manera infame de hacer política y más cuando tienes a uno de tus hijos estudiando y viviendo en el extranjero, y a la par aseguras que solo tienes 200 pesos en la cartera y nada más.

Esa fue la realidad de todo un sexenio: un discurso de austeridad que no iba acorde a la necesidad de las y los mexicanos, pero sin duda, embonaba con el técnicamente nulo crecimiento económico de nuestro país.

No dejemos fuera de esta reflexión los datos económicos: En la era de López Obrador tuvimos una inflación acumulada de 33.02 por ciento, la más alta desde el sexenio de Ernesto Zedillo, y un crecimiento de 1 %, cifras que no dan más que vergüenza.

Hoy, a casi un año de su salida, el saldo de la política de austeridad sale a flote: mínima inversión en infraestructura, que se traduce en inundaciones faraónicas por todo el país; un Tren Maya que se descarrila; una Mexicana de Aviación con vuelos y boletos cancelados, y una justa media inexistente en Morena.

¿Dónde quedó la austeridad republicana? Escándalo tras escándalo de viajes al extranjero, de casas con paredes de mármol, de ropa de marca y de joyas de miles de pesos. Ese es el desfile que se aventaron importantes pilares de Morena tras la salida del patriarca. ¿De dónde tantos recursos cuando se supone que nadie ganaba más que el presidente?

Démonos cuenta, la austeridad solo llegó a las y los mexicanos que estamos carentes de medicamentos, de empleos, de servicios, de políticas públicas eficientes, de una economía sólida y, por supuesto, de políticos honestos.

Quizá a eso se refería Obrador cuando decía: “Fuera máscaras."