Migración y abandono

“La migración es un derecho humano, no un delito ”

Declaración Universal de Derechos Humanos

Una deuda pendiente con Zacatecas y su gente

Por: Carlos Pavón Campos ¿Cuántos zacatecanos tenemos familiares en el otro lado, en Estados Unidos? Muchos, muchísimos, si no es que todos. Es una situación que se ha vuelto común entre nuestra gente; sin embargo, en la mayoría de los casos, eso no es otra cosa que dejar a nuestras familias para intentar darles un mejor futuro. No es más que falta de oportunidades e incumplimiento del Estado en su responsabilidad de crear las condiciones para que podamos tener empleos dignos y bien pagados.

Tristemente, nuestro estado, Zacatecas, por décadas se ha vuelto referente de migración y de remesas. Nuestros paisanos se van por pobreza laboral, que se refiere a bajos salarios, poca diversificación de empleos, precariedad en los trabajos formales y también por factores como la falta de inversión pública, que ha mermado la calidad de vida.

De acuerdo con estudios, en Zacatecas migran principalmente los jóvenes de 15 a 34 años, es decir, quienes están en edad productiva, en su mayoría hombres. Sin embargo, la presencia de las mujeres en la migración es cada vez más constante: tres de cada diez personas que migran son mujeres. Es decir, el Estado deja sin oportunidades a todos.

De igual manera, se sabe que la mayor migración es hacia Estados Unidos, por la cercanía y porque, a pesar de que en la mayoría de los trabajos donde se desempeñan nuestros hermanos no cuentan con seguridad social, se gana en dólares, superando por mucho los bajos salarios que existen en nuestro estado en sectores como el de servicios, comercio y turismo. Texas, California, Illinois y Colorado son, por récords históricos, los estados que más zacatecanos han albergado.

Hay que decirlo: Zacatecas es un estado de “mojados”, cosa que no debería pasar. Deberíamos saber brindarle a cada joven una oportunidad laboral, una razón para no abandonar su tierra y salir adelante. No debemos normalizar la separación de las familias por tratar de encontrar en el extranjero, y de manera ilegal y peligrosa, lo que nuestros gobernantes no nos pueden dar: algo tan básico como las garantías para permanecer donde nacimos.

Fresnillo, Juan Aldama, Zacatecas, Loreto, Nochistlán, Ojocaliente y Juchipila son los municipios que por décadas se han ubicado entre los de mayor migración y, a su vez, los mayores receptores de remesas; índices que han dejado en total comodidad a los gobernantes zacatecanos, ya que para ellos es más fácil desintegrar familias que generar verdaderas condiciones de progreso en estado. 

Pero a los gobiernos no les basta con expulsar a los zacatecanos de su tierra al no brindarles condiciones de vida, sino que una vez fuera de México, el desamparo del gobierno se ha hecho más grande. Aseguran que trabajan por los migrantes, pero es una mentira más del sistema, basta analizar el recorte al presupuesto de la Secretaria del Zacatecano Migrante, que de 2022 a 2025 le recortaron el 56% de sus recursos, es decir apenas y lo dejaron con un 40% de lo que le habían destinado de 2017 a 2021. 

La cruda realidad es que la migración no se puede detener en un solo día, ya que el abandono en el que han tenido a Zacatecas suma varios sexenios. Demagogia es lo que nos han dado; la falta de resultados es clarísima. Por otra parte, las y los diputados y senadores —en su mayoría de Morena— insisten en fomentar la pobreza laboral: nos quitan prestaciones, nos limitan recursos, nos están precarizando el salario. Y que se diga con todas sus letras: ni un solo legislador zacatecano se ha opuesto a la partida de madre que le están dando a nuestros ingresos.

Sin embargo, si los gobiernos se pusieran a trabajar y no a saquear, otra cosa sería. Se necesita invertir en educación, infraestructura, impulso al emprendimiento, tecnificación del campo, conectividad y en dar a las grandes empresas garantías de que sus inversiones no se perderán por huelgas inventadas por charros.

¿Se puede lograr? Sí, pero se necesita un cambio, y no precisamente en la población, que ya hace mucho con el simple hecho de subsistir. El cambio debe ser de los gobernantes. Ya no necesitamos más Amalias ni más gobiernos que se traspasen el poder de familia en familia.

Los zacatecanos merecemos mucho más. La deuda con nosotros cada día es más grande, y eso lo sabemos las y los mineros, quienes saldremos a protestar por las políticas fallidas y para exigir un alto a la pobreza laboral a la que nos están llevando.