Como hace 50 años, el silencio de los sótanos de un México saqueado, ensangrentado, pero sobre todo, violentado en los derechos de su población, se escucha hasta Palacio Nacional, achacándolos a un pasado al que pertenecen y que hoy tratan de evadir su responsabilidad.

Ya imposible no escuchar millones de voces que en silencio claman ¡Ya basta! ante un pandilla de muertos de hambre, de facinerosos que desangran a esta gran nación, y que ya escuchan la callada insurrección de millones de mexicanos hartos, cansados, hasta la madre de soportarlos.

Ya no creen los montajes de visitas sorpresa a farmacias con los anaqueles saturados de medicamentos, mientras sus familias penan por aspirinas; las migajas del gobierno ya no callan los reclamos populares, los ríos de sangre terminan convertidos en en silenciosas mentadas de madre para los que hoy oprimen a un pueblo bueno y sabio.

Desde Palacio Nacional niegan una y otra vez que en México no llegará a gobernar la derecha, porque ellos gobiernan bien, con honestidad y porque México está feliz, cuando en realidad, está en pánico escuchando cada los más fuertes gritos de un silencio de una patria mancillada, que reclama justicia y que ya no esperarán más, que no tardarán mucho en hacerse escuchar.

Por si no fuera suficiente, las voces de las agencias norteamericanas de espionaje y contra el uso de las drogas, se unen a los gritos del silencio que retumban en las cabezas de los que hoy intentan alargar las jornadas de terror con el tiene sometido a millones a quienes engañaron con promesas de un mejor país, de una vida digna, y de erradicar a los corruptos.

Palacio Nacional, sus huéspedes, pero sobre todo en “La Chingada”, no dan crédito del inminente colapso de su engaño, del montaje a manos de aquellos que un día los defendieron, adoraron como a un “mesías”, y que creyeron que como los solovinos (perros), así llamó a sus seguidores, seguirán moviendo la cola, cuando en realidad preparan en silencio su funeral.

Lo reitero nada es para siempre…