AMLO Promesas Vs Realidad

La mayoría de los detractores del Andrés Manuel López Obrador, un día sí, y otro también, le recriminan el incumplimiento de una buena parte de sus promesas de campaña, conocedores que la realidad contrasta radicalmente con la realidad. Los motivos pueden ser variados: Revancha, políticos, y hasta personales, pero en realidad viscerales.

No es privativo de López Obrador las promesas de campaña, hasta me atrevo a afirmar que fue en 1928 el Partido Nacional Revolucionario (PNR) las impulsó como herramienta de sus hegemónicos gobiernos, y en consecuencia al paso del tiempo todos, todos los candidatos y partidos políticos las hicieron propias como parte del acostumbrado montaje electoral.

No defiendo, ni jamás lo haré a López Obrador, toda vez que no se puede defender el engaño, la mentira; siempre estuvo consciente de la imposibilidad de cumplir más del 50% de sus promesas, pero también lo que el PRI-Gobierno, PAN y demás partidos políticos no habían hecho, él lo hizo al costo que fuera.

Al respecto Jacques Rogozinky escribió: La globalización, como en otros países, ha profundizado las brechas entre los que más y los que menos tienen. El voto a AMLO cataliza a una enorme porción de la población que no ha encontrado respuestas en la economía ni en la oferta electoral del PRI, PAN o PRD.

Morena representa, para millones, una voz que estaba silenciada por sexenios. Todos los partidos al llegar al poder han fallado dejando las expectativas de la población no del todo resueltas. En ese contexto es que AMLO ganó peso.

En una democracia donde hay voces desiguales, el Estado recibe información e incentivos distorsionados, abunda Jacobs. “El resultado es una democracia disfuncional que perpetúa la desigualdad económica”. Por eso los resultados de las políticas públicas suelen estar más cerca a la necesidad de los ricos que de los pobres. En este contexto, su propuesta de abrir Los Pinos al público (por ejemplo) pretende mandar un mensaje de acceso y homogeneidad.

El hartazgo con la corrupción y la violencia importa, pero también importa que los partidos tradicionales ya no sean capaces de canalizar las demandas de la población. Ahora que López Obrador ganó la elección, la premisa queda: o los políticos escuchan la voz de las personas o se quedarán sin su propia voz política.

Ahora piensen por qué AMLO tuvo ese poder de arrastre. Habla sin tecnicismos, con simpleza. Le habla a la gente, bromea. Si son grandes sectores los que le apoyan es porque AMLO ha prometido que puede ser su voz o hacer que la suya se parezca a la de ellos, señaló en su colaboración atinadamente Jacques Rogozinky.

Ahora bien, resultan más ignorantes aquellos con estudios, cultura, o por lo menos sentido común, sigan reclamando el cumplimiento de las promesas, a sabiendas que la realidad contrasta diametralmente con la utopía de López Obrador; sólo aquellos desesperados y hartos de este modelo de gobierno, aceptaron a pie juntillas cada uno de las promesas y compromisos de AMLO, los cumpla o no.