López Obrador elimina de facto a los gobernadores

Está mal decirlo, pero se los dije. López Obrador va por todas las canicas, en un gobierno centralista, y autoritario con piel demócrata. El gobernador electo pretende convertirse en el titiritero central y manejar a su conveniencia todos los hilos de tirios y troyano, la única voluntad que valdrá será la suya, de nadie más.

El virtual ganador de las elecciones para la Presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador, se reunió con los integrantes de la Confederación Nacional de Gobernadores (CONAGO), encabezado por el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello.

En el Auditorio “Bernardo Quintana Arrioja” asistieron los próximos secretarios de Hacienda, Carlos Urzúa Macías; de Gobernación, Olga Sánchez Cordero y el jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo Garza.

A pesar que la reunión fue de carácter “privado”, uno de los principales temas fue el nombramiento de los 32 coordinadores estatales que estarán encargados de vigilar los programas de desarrollo y, que a su vez, sustituirán a los delegados de las dependencias federales.

Bajo el argumento de erradicar la corrupción y discrecionalidad de los gobiernos estatales en la aplicación de recursos federales, imponiendo un nuevo esquema de negociación del presupuesto de egresos, los recursos que serán recibidos, etiquetados, administrados y ejercidos en su totalidad por los coordinadores estatales, los que únicamente rendirán cuentas al presidente electo López Obrador.

Favorecido por una aplastante votación, el inminente y futuro propietario de los tres poderes del Estado mexicano, también será el único administrador de los recursos federales, producto de nuestros impuestos, convirtiendo a los gobernadores en simples espectadores, y quizás lo utilice sólo para la foto, cuando así convenga, como hacen los mandatarios y políticos con nuestros migrantes. 

Aún más, con esta personalísima decisión, no sólo neutraliza a los gobernadores, sino además, pretende ir incubando a los futuros gobernadores, siempre sumisos a su omnipotente decisiones, a los que mantendrá suficientemente dotados de los recursos necesarios, hasta que llegue el día de la elección.

Por si esto no fuera suficiente, convertirá a los gobernadores en funciones, así como a los entrantes de partidos políticos adversos a su morena franquicia, en viles limosneros, los que tendrán que apechugar sin ninguna otra opción.

Qué sigue, pues obvio, a mediano plazo, y ya con el control absoluto de la mayoría de los gobernadores, los poderes Judicial, y Legislativo, vendrá la inminente reforma constitucional para la reelección, bajo el argumento que 6 años no son suficientes para restaurar la amorosa república de México.

Al tiempo…