Y el ganador es…

Con 100% de las actas computadas, los registros del INE dan cuenta que López Obrador obtuvo 30 millones 113,483 sufragios; de los cuales 63,863 provinieron de mexicanos que residen en el extranjero. En las elecciones de 2012, el vencedor de la contienda electoral, Enrique Peña Nieto, obtuvo 38.21% de los votos, es decir, 19 millones 226,784 mil votos.

El candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador, es ahora el presidente electo con mayor preferencia en la historia del país, con más de 30 millones de votos.

Esta abrumadora mayoría en las urnas en favor del candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador, tiene varias lecturas; una, la menos comentada.

El triunfo de López Obrador es el resultado de un largo y cuidado proyecto bajo los principios de la corriente Línea de Masas (Política Popular), la que posteriormente dio vida al movimiento Tierra y Libertad, y que contó con apoyos políticos de: Luis Echeverría, Mario Moya Palencia, Manuel Camacho, Emilio Lozoya, Raúl Salinas de Gortari 

El justificado hartazgo de una población empobrecida, saqueada, ensangrentada, y en permanente duelo, y por supuesto, la perversa mano que meció la cuna de Carlos Salinas de Gortari, hicieron posible el triunfo de Andrés Manuel López Obrador.

En este tenor, no se descarta conociendo al titiritero, que el estado de violencia, saqueo, corrupción, muertes, y el abandono del Estado mexicano, haya sido concebido como caldo de cultivo propio para la exterminio del viejo PRI y el renacimiento en el vientre de Morena.

A la salida de la Presidencia de la República de Vicente Fox Quezada, otrora miembro de Acción Nacional, cuya candidatura se afirma fue producto de una alternancia pactada entre Acción Nacional y Carlos Salinas de Gortari, ante un PRI cansado, viejo, obsoleto, después de los grises gobiernos de Miguel de la Madrid Hurtado, y Ernesto Zedillo Ponce de León; desde la cúspide del poder, se tramó la necesidad de impulsar a un futuro mediato a un candidato nacido en el PRI, pero cuya característica principal fuera sus coincidencias con la ideología de la Linea de Masas, de origen maoísta.

Fue precisamente Andrés Manuel López Obrador, el elegido para tales efectos. Posterior a su segunda derrota para alcanzar la Presidencia de la República (2006). Habiendo concluido el plantón de Av. Paseo de la Reforma, López Obrador comenzó por la libre, ese largo peregrinaje por los 2,446 municipios que conforman el territorio nacional, llevando como doctrina (literal), los pobres, los sin tierra, sin techo, sin trabajo, etc., y acompañada de su sello personal, el amor, como eje de un gobierno “amoroso”, y siempre contando con las facilidades del sistema, del viejo PRI, y por supuesto de las generosas prerrogativas, además de las aportaciones en “corto”para financiar la empresa.

En ese ínter, priístas, perredistas y hoy exmilitantes de otras fuerzas políticas y sociales, fueron migrando abiertamente, y otros en forma discreta a las filas de López Obrador, y así dando forma a una importante corriente cifrada en la ideología de la Línea de Masas, cuya paternidad se atribuye a Carlos Salinas de Gortari, vía su hermano Raúl.

México transitará por senderos diversos, teniendo como eje fundamental la práctica de una política altamente social, como indispensable paliativo, pero también, garante de millones de votos para la conservación del poder, como parte de una serie de políticas transversales cifradas en una economía globalizante, que el futuro gobierno de México seguirá observando “a pie juntillas”, y velando por los intereses de esas grandes potencias mundiales, pero además, sin mermar las multimillonarias utilidades de los verdaderos dueños de México

Hoy, después de 12 años de incubar este proyecto de corte altamente social, popular pues, pero sin descuidar la protección de los intereses de las clases dominante en México, llegará el nuevo gobierno y con él, un representante de un priísmo próximo a la extinción.

Nos tocará ser testigos de la refundación del PRI en Morena, siempre bajo la acuciosa supervisión y los hilos del perverso titiritero Carlos Salinas de Gortari.

La pregunta obligada es: ¿Quién ganó?