Andrés Manuel, ni perdón, ni olvido

La desesperación, hartazgo, y desinformación de millones de mexicanos, cansados de gobiernos, corruptos, criminales, impunes, inhibe su capacidad de razonar, pero sobre todo, nubla su visión de lo que está por venir en los planes del mesiánico presidente electo que hoy apoyan a ojos cerrados.

La euforia colectiva de los fanáticos-literal-de López Obrador, trae a la memoria la secta de Charles Manson, que llevó a la muerte a un grupo de seguidores y personalidades del espectáculo en los Estados Unidos, aprovechando el hartazgo de la juventud ante su negativa de participar en la guerra de Vietnam, con mesiánicas promesas de salvación. 

Ante esta afirmación, decenas, miles saldrán en defensa del mesías argumentando que es desproporcionada la comparación por el número de víctimas; tienen razón, pero el mensaje, el engaño es el mismo. 

Mientras en los Estados Unidos no han olvidado, mucho menos perdonado tan atroces crímenes de un grupo de desesperados jóvenes cometidos en 1969, hace 49 años, López Obrador pide, exige perdón para los autores materiales e intelectuales de miles de crímenes ligados a la actividad del narcotráfico, y por supuesto, de la corrupción de cuello blanco.

Según López Obrador, pide, exige el perdón para los autores de aberrantes crímenes, en aras de la reconciliación nacional, aclarando, que la “amnistía” no incluye violaciones graves de derechos humanos, extorsión, secuestro y actos de naturaleza violenta.

La demagogia, el engaño del presidente electo va más allá de una conveniente redacción del texto que haga parecer que la amnistía será sólo para sembradores de enervantes, halcones, narcomenudistas, etc., lo más bajo de la cadena delictiva, pero la realidad es otra.

En los campos de cultivo de mariguana y amapola, se han protagonizado las más cruentas masacres por la disputa de la tierra, de la droga, de su distribución, además de innumerables violaciones a niñas por los propios cultivadores, compradores y distribuidores. La sierra de Guerrero ha sido mudo testigo de estos crímenes de lesa humanidad que López Obrador intenta disfrazar. 

Aún más, la desaparición forzada el 26 de septiembre de 2014 de los 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, Iguala, estado de Guerrero, coincidentemente tiene un común denominador, un móvil: un importante cargamento de heroína que era transportado en los 5 autobuses que los estudiantes tomaron para manifestarse, opiáceo cultivado precisamente en la sierra de Guerrero.

López Obrador pide perdón para los que sembraron, y cultivaron esas amapolas que finalmente costaron la vida a los estudiantes, a las mujeres jornaleras, a las niñas violentadas y sacrificadas, a los mismos sembradores a manos de sus rivales.

El abominable episodio de las “Muertas de Juárez” no pueden quedar fuera del contexto del perdón solicitado por el tabasqueño, perdón que seguramente nunca llegará para aquellos que profanaron lo más sagrado de una familia, sus madres, sus hijas.

Según López Obrador la amnistía contemplará también aquellos jóvenes que optaron o fueron reclutados para convertirse en “halcones” de los cárteles de La Línea o Los Aztecas, los que en realidad pusieron (entregaron) a decenas, cientos de niñas-mujeres a psicópatas de cárteles y pedófilos para después de ser abusadas asesinarlas.

López Obrador sabe, pero calla, sabe que los principales cómplices y responsables de estos deleznables abusos y asesinatos, no son los cultivadores de amapola y mariguana, como tampoco los “ninis” convertido en halcones, es esa corrupta clase política que solapó, permitió, encubrió decenas de miles de abusos, y asesinatos que hoy continúan impunes.

López Obrador deberá pronunciarse por encabezar una profunda e imparcial investigación a todos aquellos que guardaron conveniente silencio ante las masacres de miles de mexicanos a merced no solo de la delincuencia organizada, sino también de los delincuentes de cuello blanco, y políticos, los que por cierto han ordenado la mayor parte de los asesinatos de 133 periodistas en los últimos años.

Andrés Manuel, ni perdón, ni olvido…