Andrés, pst, Andrés pst, oye, ya terminó la campaña

Un día sí, y otro también, el presidente electo actúa como si siguiera en campaña. Declaraciones al por mayor, foros, reuniones, conferencias de prensa, y hasta algunas poses de rock star siguen marcando su quehacer cotidiano. 

Quizás Andrés Manuel no quiere bajarse de su nube, sus declaraciones y fantásticos planes, como la construcción artesanal con pico, pala y carretilla de 300 carreteras de concreto en la sierra de Oaxaca, también, que las “ayudas” sociales (asistencialismo), serán entregadas directamente para evitar el corporativismo electorero, le mantienen alejado de la realidad, sigue volando.

Su proclividad al protagonismo lo conduce a escenarios propios de actos de campaña, en los el embrujo que la atención de los medios, las entrevistas, los aplausos, parecieran inyectar mayores dosis de psicotrópicos que lo mantengan en un confortable y psicodélico limbo.

Aún más, los anuncios de nuevos colaboradores, y políticas públicas que marcarán su administración, los adereza con “perfectas” trayectorias de los recién iluminados, así como las políticas públicas, que un día son un boon, para que al día siguiente aceptar que no son posibles al chocar con la cruda realidad, como sucedió con sus pretensiones de bajar los sueldos a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. 

Las promesas y exacerbado populismo de su campaña, sigue más vigente que nunca, día tras día. Los “pobres”, adultos mayores, refinería, trenes, carreteras, becas, y el discurso que ya comprobó que da votos, lo abraza con mesiánica pasión como en los mejores días de su exitosa campaña. 

Esta intencional ceguera de López Obrador, ante la cruda y cruel realidad que sufre el país, se está convirtiendo en un riesgo, en un peligro para el futuro inmediato y mediato de México, cuando asuma el poder y tenga que dar marcha atrás a la mayoría de sus promesas y fantasiosos planes. 

Entonces, los aguerridos sectores regresen a las calles, como los maestros de la CNTE, atencos, burócratas, sindicalizados (PEMEX, FESTE, etc.), campesinos, víctimas, incluso “ninis” que les suspendan su mesada por deserción, delincuencia organizada,  etc., México pasará de un país de ensueño, a la antesala de la revuelta social.

Los millones de aguerridos seguidores de López Obrador, ya no tendrán al PRIAN para pegarle, exigirle, mentarle la madre y manifestarse rabiosamente en su contra, dejarán de ser oposición para convertirse en gobierno. 

Que alguien le diga que ya terminó la campaña...