Agarrando al más pendejo

Decían en el barrio: “Que cada quien agarre a su pendejo”, frase que utilizada cuando había que pelear con otro barrio, por los motivos que fueran. La expresión se refería a ubicar rápidamente con quién partirse la madre que evidenciara menor capacidad para el trompo. 

Pues bien, en la política resultó exactamente igual, sólo que en la praxis, a los que le tocó elegir, lo hicieron con saña y ventaja, al hacer creer al elegido que le seguirían por sus buenas intenciones, por su honestidad, por su pureza de alma, por su amor a México. 

Desde hace casi tres décadas, años más, años menos, los mas avezados detectaron con celeridad que la terquedad, perseverancia, oferta política, pero sobre todo su engañoso discurso de un santo barón, cautivaba a esa muchedumbre ignorante, desinformada, que evidenciaba un hartazgo de un sistema político, de un régimen que había abusado de su vulnerabilidad, mientras los detentores del poder, disfrutaban de millonarias fortunas, así como de la necesaria impunidad.

Mientras el hombre sabio, bueno, hacía circo, maroma y teatro para ir ganando poder a sangre y fuego, el número de falsos seguidores se incrementaba, acompañado del incipiente reparto de espacios de poder que los convertidos explotaban, exprimían a su antojo, mientras el buen samaritano recibía limosnas para seguir predicando en un gran esfuerzo por convertir a los malos en buenos.

El mesías creció de manera exponencial hasta convertirse en una real amenaza para el imperio de los malos, de los corruptos, de los traidores a la patria, los que conforme crecía el mesías, abandonaban el imperio de la maldad para convertirse a la nueva fe del incansable predicador que les recibía con los brazos abiertos, para purificarlos y hacerlos suyos. 

Llegó el momento en que el dique cedió, las aguas inundaron de esperanza al pueblo, la palabra del mesías finalmente triunfó por encima del mal, al que había derrotado, arrebatándole a miles de pecadores, y que ahora después de haberles perdonado de todos sus males, encabeza una cruzada en favor del amor, del bien, del perdón y olvido.

Hoy, mientras cada madrugada el iluminado mesías, imparte la bendición desde el púlpito, perdona a más y más pecadores, pero también juzga bajo sus inquisidoras leyes, y sentencia al paredón, aquellos que osan ir en contra de su palabra; por otra parte sus purificados colaboradores vuelven a las andadas, sólo que ahora con la bendición del santo barón, que sigue entretenido en salvar al pueblo, al mundo, mientras ellos disfrutan de los dinares del pueblo bueno, sabio.

Ellos ya escogieron al más pendejo…

Hablando de… purificados Javier Calzada Vázquez

El ahora diputado por el Partido Político Encuentro Social, antes militante de la Revolución Democrática, molesto porque su opinión y voto no alcanzó para vetar el arribo de su eterno adversario a la Secretaría General del Congreso, optó por la incontinencia verbal, como ya saben quién, en la que endosó al nuevo Secretario actos de rapiña, y corrupción durante el mandato de su otrora protector Ricardo Monreal Ávila, eso sí, sin exhibir una sola prueba de sus afirmaciones.

Calzada Vázquez desde tiempos del gobierno del ahora senador y coordinador por Morena, pretendió elevados cargos a los que nunca el le dio oportunidad, quizás por ausencia de confianza, o por sus capacidad contables, que no políticas, relegado a espacios a nivel dirección, y una subsecretaría, mientras Le Roy Barragán Ocampo, gente de todas las confianzas de Monreal Ávila ocupaba la Oficialía Mayor y la Secretaría de Agricultura y Ganadería, hoy Secampo, entre otros.

Ante el abandono monrealista, buscó refugio en la exgobernadora Amalia García Medina, por cierto, adversaria política de su mentor Ricardo Monreal, a quien le debe hasta ahora la diputación federal por el distrito electoral IV de Zacatecas, para después de declinar la candidatura al gobierno en 2010 en favor de Antonio Mejía Haro, vuelve la mirada al Partido Encuentro Social, ante el naufragio del partido que le vio nacer, el PRD.

En una grotesca y burda argucia, Calzada Vázquez desde la tribuna más alta del estado, acusa sin probar, y reta al nuevo Secretario General del Congreso, que sea él quien demuestre su inocencia. 

En el tenor de esta modesta columna, Calzada Vázquez quizo escoger a quien creía más pendejo, siendo que en realidad el elegido erróneamente le ha superado en todo.

Moraleja: Cuando elijas a tu pendejo, asegúrate que no seas tú…