El ejército brazo represor de AMLO en el 2024
El arte supremo de la guerra es someter al enemigo sin luchar
Sun Tzu
Las masacres de Tlatelolco y el halconazo del 10 de junio dejaron en claro que en México la defensa del Estado, mejor dicho del poder, no tiene límites, que incluye el desprecio por la vida humana. Lo anterior viene a colación por la candidez de los opositores suspirantes a suceder a López Obrador en el 2024, que parecen ignorar la inminente intervención del ejército, y sicarios en aras de conservar el poder a sangre y fuego, literalmente hablando.
A 2 días de cumplir su tercer año, el gobierno de López Obrador da muestras de un severo desgaste, que lo obligó adelantar el proceso de sucesión llevando de la mano a su favorita Claudia Sheinbaum jefa de gobierno de la Ciudad de México, pero también, a trazar la ruta armada legalizando al ejército en labores de seguridad pública hasta el 2024, coincidente en la fecha del proceso electoral para elegir el o la sustituto de López Obrador.
La militarización del país, la entrega de las obras prioritarias del presidente al ejército, miles de millones de pesos, y ahora la inexplicable arenga del secretario de la Defensa Nacional para que los ciudadanos apoyen la Cuarta Transformación, pone de manifiesto que serán las fuerzas armadas las que en el 2024 salgan a las calles a defender, a garantizar el triunfo en las urnas de Sheinbaum Pardo.
A esto habrá que agregar la inminente participación con los mismos fines de sicarios de las organizaciones delincuenciales “toleradas” por el Estado mexicano, mismos que actuaron en favor de Morena, el partido del presidente, durante el proceso electoral 2021, intervención documentada por periodistas, investigadores y candidatos coaccionados por los violentos emisarios.
En este orden de ideas, los organismos de inteligencia del gobierno federal, dio inicio a profundas investigaciones a cada uno de los oponentes de la favorita del presidente, al interior y fuera de Morena, y en su momento los resultados comenzarán a filtrarse en los medios de comunicación “leales” al gobierno, y por supuesto a los conservadores que tanto detesta el presidente, para posteriormente dar vista a la FGR y la UIF para que formalicen las palaciegas vendettas.
El presidente ya demostró que además de caprichoso, y obcecado, que cuando pierde arrebata. A pesar que su popularidad tiene buenos números superiores al 60%, en la realidad su evangelio y discurso populista dejaron de surtir el efecto deseado; la caída de la economía; la violencia, el deficiente manejo de la pandemia, y el incremento sustancial de la pobreza, obligarán al presidente ordenar al ejército y sicarios defiendan el voto del pueblo bueno y sabio en favor de su favorita Claudia Sheinbaum.
Al tiempo…
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